sábado, abril 07, 2007

Procesiones y contradicciones

Sigo con mis contradicciones, esta vez no ha sido ninguna sorpresa, sé que en lo referente a la Semana Santa soy un hombre de contrastes. Desde pequeño y por herencia paterna pertenezco a una hermandad de mi ciudad, durante varios años procesioné tocando la corneta en la banda de música, pero lo dejé por falta de tiempo para ensayar y ahora estoy en el dique seco. Desde que empecé Biología y adquirí un pensamiento científico basado en el conocimiento y confirmación de hipótesis (no en la fe) me propuse no ir a ninguna procesión más, pero no lo puedo evitar.

Al llegar el viernes de dolores mi padre ya comienza a preparar la túnica y el capillo y sin querer me da envidia. En parte también pienso que es porque una de las carencias que tengo en esta vida, es no saber tocar un instrumento musical y por esta vía es fácil aprender lo básico. Pero volvamos a lo que nos concierne, el caso es que mi mente científica no me permite hacerme a la idea de procesionar puesto que para hacerlo debería tener una devoción por cierta Virgen o por cierto Cristo, y no la tengo. Por tanto, me vuelvo a repetir a mí mismo que no voy a ir a ninguna procesión.

Los días en Semana Santa se hacen muy largos y aburridos, hay poco que hacer y los amigos andan liados con sus amoríos. Sin darme cuenta mi madre me pide que la acompañe a ver a mi padre y voy con ella, no viene mal salir de casa y así hago algo de vida familiar y gano puntos. El caso es que me veo en la acera esperando a que pase la procesión. Los pasos con las imágenes de la muerte de Cristo van pasando y entre ellos las bandas de música tocan sus marchas. De repente, cuando el paso se detiene unos metros más allá, el jefe de la banda que se encuentra delante mío marca un tema. Miro a mi madre, es mi favorito, "la saeta" como le llamo yo. Toda la banda se dispone a interpretar la pieza y los braceros alzan el paso. La música recorre mi cuerpo y eriza el vello de mis brazos, mientras los hermanos de la cofradía bailan la imagen de un Cristo muerto, un escalofrío me recorre. Entonces pienso en que tengo que volver, vuelvo a casa convenciéndome de que podría sacar tiempo para ensayar o si no, pues a pujar.

Es increíble lo contradictorio que soy!!!!

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