jueves, noviembre 18, 2010

Recuerdos

Hay detalles que te hacen recordar momentos especiales. A menudo son nimiedades, estractos insignificantes de tu vida, que se atreven a difuminar el trazado de la carretera que supone tu rutina diaria, pero que sin embargo, albergan en su pequeñez la capacidad de activar los circuitos neuronales de la memoria y hacer que, al menos, por un rato revivas situaciones que por una u otra razón son especiales para tí.

Hace un par de días, viendo un documental sobre los insectos con los que nos podemos topar en un seto, en el que se explicaba la delicadeza y extrema complejidad de los mismos, uno de esos circuitos de los que hablaba antes se puso en marcha. Instantáneamente surgió en mi mente un trabajo de ecología en el que precisamente debíamos de analizar la diversidad de artrópodos presentes en un matorral escogido al azar. Poco a poco los recuerdos se fueron haciendo cada vez más nítidos y la sensación de alegría mucho más fuerte.

Aquel trabajo fue el primero que realizamos por grupos fuera del corsé que suponían las prácticas de laboratorio, en las que identificar huesos humanos, animales pinchados en un corcho o conservados en formol, y plantas prensadas o más secas que la mojama en el desierto, era poco menos que un suplicio. Nosotros queríamos salir al campo y aquella primera tarea supuso un despertar para nuestros sentidos de biólogos "de bota".

Por supuesto nos juntamos cuatro amigos para realizar la tarea encomendada. No era fácil, el inolvidable doctor Ena era bastante hueso, no por estricto, sino mas bien por excéntrico en sus exigencias y acribillador a base de preguntas que muchas veces no sabías a qué cuento venían. Sin embargo a mí me parecía divertido, y creo que a mis compañeros de trabajo también. Lo bueno de colaborar con amigos y no con simples compañeros de facultad es que el trabajo se convierte en un juego. No en vano los recuerdos que han aflorado en mí son gratos y me colman de las buenas sensaciones vividas.

Recuerdo cómo realizábamos varias pruebas para matar a los bichos. Primero con un humero, luego con insecticida y por último agitando enérgicamente el matoral. La gente que pasaba veía a cuatro elementos metiéndole semejante viaje a una pobre planta se quedaba boquiabierta, no nos decían nada, pero sus miradas tenían una mezcla entre abroncadoras e interrogantes.

No me puedo olvidar de los paraguas de colorines que utilizábamos para recoger todos los animalitos que caían en ellos. No sé a quien se le ocurrió la idea de colocarlos de forma cóncava, pero funcionó. Lo malo es que la gente sumaba a su desconcierto ante el maltrato botánico la psicodelia multicolor de los paraguas y caía en un estado de incredulidad dificilmente descriptible.

Pero sin duda, el recuerdo que con más intensidad aparece en mi mente es el que ilustra lo que venía después de los muestreos: los bocatas y la cervezas tumbados al sol en el parque de La Candamia, los campeonatos de salto desde columpio que nos transportaban a la niñez, las risas al ver volar a un tío de casi dos metros de largo y sobre todo, la evasión de todos los problemas, aunque fuera durante ese rato.

Esta entrada va dedicada a todos aquellos que disfrutaron con sus prácticas fuese en la carrera que fuese, y a todos aquellos que añoran esos momentos.

http://www.youtube.com/watch?v=4t3YbqHr-mw

lunes, noviembre 08, 2010

La compañía de la tierra

Vuelvo a mi ciudad. En realidad, nunca me he ido, mi corazón sigue allí. Las circunstancias del destino han querido que este fin de semana, en contra de lo que yo imaginaba que iba a ocurrir, regresara a León. Para darle más motivos al gozo de retornar a mi tierra, la mayoría de mis amigos se encontraban allí y eso, últimamente, no es fácil que se produzca.

Obviamente hubo cena, copas y fiesta hasta las tantas, pero lo que me lleva a escribir hoy estas líneas no es el disfrute de las horas de juerga en compañía de los míos, sino una compañía muy diferente, aunque igualmente reconfortante.

Suele ocurrir que después del tranoche viene la resaca, y nosotros acostumbramos a pasarla tomando algo por el mismo lugar en el que el día anterior bebimos, bailamos y cantamos. Como si de ladrones se tratara, volvemos al lugar del delito para comentar la jugada, pero esta vez no fue del todo así.

Quedamos, como siempre, con la intención de matar las copas con cerveza, lo cual parece contradictorio pero funciona. Sin embargo, esta vez lo hicimos más temprano de lo habitual, lo cual nos supuso caminar sin rumbo fijo a la caza y captura de algún bar de tapeo abierto (tampoco es cuestión de beber sin llevarse nada al estómago)Y en ese caminar es donde apareció la nueva compañía, la de la ciudad.

León siempre me recibe con agrado, como una amante que arde en deseos de llevarte a su cama, o como una madre que se muere por estrecharte en sus brazos tras una larga ausencia, según se mire. Lo que no es nada habitual es que me reciba así paseando con mis amigos. Suelo disfrutar del paseo y de mi relación con las calles, los edificios y los monumentos a solas. Cuando más lo necesito ella está ahí y nunca me falla. Caminar por el casco antiguo es para mí como el bálsamo que la hechicera Circe le aplicó a Ulises tras vencerla en su treta o quizá, es como el veneno que ponía la maga en el vino, pero con el efecto contrario, el de olvidar el resto de tierras y enamorarte cada vez más de tu patria.

De repente, a alguien se le ocurrió expresar sus pensamientos y sus sentimientos en voz alta:
- El caso es que no me apetece tomar nada, se está muy bien paseando por León ¿qué os parece si seguimos un poco más?-
Creo que todos pensábamos lo mismo, y pese a que el frío empezaba a notarse ya en la cara, continuamos caminando y charlando. Así sin darnos cuenta,y tras un buen rato ensimismados con la belleza y la hospitalidad renovada de nuestra tierra llegamos a uno de los bares de tapeo que más nos gustan. Ni que decir tiene que paramos y nos bebimos una cerveza (leonesa por cierto) a la salud de nuestra tan amada ciudad.Dicen que cuando vives en León te mueres por salir de allí y que cuando te vas no vives por regresar. En mi caso, está confirmado.

Hoy os dejo con Gandalf, no el mago, sino un grupo leonés que mezcla la música celta con otras músicas:
http://www.youtube.com/watch?v=-NYgR2xmXB8&feature=related

martes, noviembre 02, 2010

Bocazas

Siete de la mañana, el despertador suena con su monótono ruido advirtiéndome de que debo ponerme en pie. Todavía entre sueños me apunto una nota mental, cambiar la música del infernal aparato para que no me sobresalte ni una sola mañana más.

Después del desperezamiento habitual, caliento café y pongo la televisión ya que me gusta ver las noticias mientras desayuno. Lo primero que oigo es que el alcalde de Valladolid, de cuyo nombre paso de acordarme, ha hecho unos comentarios ofensivos y muy machistas sobre la recién nombrada ministra Leire Pajín. Poco menos que la ha tachado de chupapollas (las cosas por su nombre) y ha insinuado que a él también le gustaría que le hiciese un apañito. Un perla vamos.

No tardaron en aparecer las quejas por parte de asociaciones feministas y grupos políticos (salvo del PP, partido en el que milita el susodicho individuo) y por la sociedad en general que vió en las mencionadas declaraciones un punto retrógrado y soez que rayaba con lo vomitivo. Lo mejor de todo fue la manera de excusarse del elemento pucelano. En vez de decir que había metido la gamba hasta el fondo y que presentaba su renuncia por bocazas, se retractó de sus palabras aludiendo que la señorita Pajín también se había equivocado, e incluso más que él. A eso lo llamo yo salirse por la tangente.

Al cabo de unos días, otra noticia sorprendente me asalta en el camino al instituto. Cuenta la radio que el señor Sánchez Dragó ha declarado públicamente que en sus años mozos viajó a Thailandia (creo recordar) y que allí se zumbó a dos chicas menores que se lo comían con los ojos. Sus palabras eran otras, mucho más asquerosas y que me dan arcadas, pero prefiero no reproducirlas aquí. El caso es que el presunto "escritor e intelectual" lo contaba, no para redimirse ni pedir perdón por sus actos, sino para vanagloriarse de ello como si de un trofeo de caza se tratase. Lo que no alcanzo a imaginarme es a las dos pobres niñas mirando a semejante baboso con ansia carnal, y encima haciéndolo con ganas. Madre mía, que ahora sí me viene la comida a la garganta...

De nuevo muchas voces salierona criticar al individuo fichado por Telemadrid y supongo que por ende, también militante del PP. Aunque de todas ellas me quedo con la manera de "quitarle hierro al asunto" de la presindenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que con valentía torera y desvergüenza política y ética argumentó que las declaraciones de su amigo Dragó eran literatura, y que había que diferenciar la literatura de lo real.

En fin dos ejemplos que en realidad son tres de lo que muchas veces les cuento a mis alumnos, y que me enseñó mi abuelo de pequeño: más vale callarse la boca y parecer tonto, que abrirla y despejar todo tipo de dudas.

Sin más me despido por hoy, voy a ver si cambio la músiquita del despertador y a lo mejor con mucha suerte también cambian las noticias cantamañaneras, que uno se cansa de tanta imbecilidad. Igual pongo esta:
http://www.youtube.com/watch?v=cq_VeUMtyzU&feature=related