jueves, noviembre 08, 2012

Errores y perdones

Todos cometemos errores, eso es innegable. La ineficacia en la gestión de los recursos disponibles es inherente al ser humano, y por eso fallamos. El gran problema radica cuando esa ineficacia se traslada al plano de la gestión de los sentimientos. En ese ámbito nuestros errores suelen ser tremendos.

Existen errores pequeños, nimios, mínimos fallos que por su trivialidad pasan desapercibidos. Los hay algo mayores y que, sin embargo, son perfectamente subsanables, pero casi todos ellos tienen que ver con el mundo físico. Olvidarse las llaves dentro de casa puede ser un error de diversa importancia en función de la persona que lo sufra, pero de lo que no cabe duda es de que la solución es sencilla, aunque conlleve pagar algo de dinero.

A mayor escala, la explotación irracional de los recursos naturales por parte del ser humano es un disparate enorme cometido por parte del ser humano, un error que incluso pone en peligro su propia existencia, pero un error al fin y al cabo que se podría paliar con algo de conciencia medioambiental. De todas formas es un error de proporciones desmesuradas y tiene difícil solución, pero a su desarrollo hemos contribuído todos sin excepción. 

Por otro lado, individualmente, errores de bulto solo los cometemos en la gestión emocional, ahí todavía caminamos en pañales, y por pequeños que sean esos fallos se nos hacen enormes. En estos casos, pedir perdón cuando te das cuenta del error cometido se antoja la solución más factible, pero algo tan sencillo se nos hace muy cuesta arriba, incluso con personas a las que queremos o por las cuales guardamos un gran afecto. Imagino que esta dificultad tiene su base en otros sentimientos que tampoco sabemos gestionar demasiado bien como: el orgullo, la empatía o el miedo al rechazo (en este caso, a no ser perdonado)

Siempre se ha considerado que, en estos casos, es mejor actuar que quedarse de brazos cruzados. Además yo entiendo la solicitud de perdón como una redención propia, pero útlimamente me he dado cuenta de que no es así. Una persona puede perdonarte sinceramente e incluso no guardarte ningún rencor por el daño infligido. Aún así, lo más seguro es que no te sientas bien contigo mismo, ya que ese es el perdón difícil de alcanzar, el perdón hacia uno mismo.

El primer paso para avanzar, para poder continuar tu camino es asumir ese fallo y perdonarte sinceramente, pero la segunda parte de esta premisa es de tan complicada realización que, a menudo, se torna imposible. Así cargar con el peso del error cometido se convierte en la cruz que arrastrarás para siempre. Una cruz física se puede acarrear. Acabarás cansado, magullado, amoratado, pero al final llegarás a tu destino, sea el que sea. Por contra, una cruz sentimental, al ser etérea, se instalará en lo más profundo de tu ser siendo imposible sacarla de ahí.

Hoy, no me sale otra: http://www.youtube.com/watch?v=tBpxuG6ihqk