sábado, abril 28, 2007

Soñar despierto

Hoy, viendo las noticias, he visto que en un pueblecito de Teruel que se llama Bea, el alcalde ante la despoblación que asola dicha villa ha tomado una decisión, cuando menos particualr, en los tiempos que corren. El edil ha cedido unos terrenos para que la gente que esté interesada en edificar en el pueblo lo haga. Ojo, al parecer, y es lo bueno de la oferta, solo se regalarán estos terrenos a personas partículares no relacionadas con el negocio inmobiliario. Para que la gente se anime, decía el telediario que no hay porque vivir en el pueblo, sino que puede ser una residencia ocasional o de tipo estival. La demanda ha sido tal que se han de sortear los terrenos y lo cierto es que no me extraña.

Siempre digo que en mi vida el mayor déficit que tengo es no tener pueblo. De pequeño me daba mucha pena que en cuanto empezaba el calor primaveral, mis amigos se iban de fin de semana al pueblo, y ya no digamos cuando emigraban al medio rural durante todo el verano. La verdad es que era una mezcla de pena y envidia porque yo me tenía que quedar aguantando el soporífero calor de la ciudad sin poder bañarme en el río o jugar al futbol en el soto. Algún verano íbamos a Sopeña, un pequeño pueblecito de la vega del Curueño situado en la montaña central leonesa, pero aunque me lo pasaba en grande los días que estábamos allí, sabía que no era mi pueblo, allí no tenía casa sino que estaba de prestado en la de unos familiares lejanos.

Ahora sigo atrapado en la cuidad, pero en cuanto puedo me escapo al monte para estar en contacto con la naturaleza. Veo a la gente de los pueblos cuando hago senderismo y empiezo a soñar despierto. Me imagino a mi mismo abriendo la ventana y respirando al aire fresco de la mañana mientras el sol aparece y comienza a calentar la tierra. Puedo notar la humedad de la hierba empapada por el rocío y escuchar los pajarillos que marcan sus territorios con alegres cantos. Incluso los olores del ganado que va a pastar y los de las hortalizas que crecen en el huerto, hasta puedo percibir como los brotes nuevos de las hojas crecen al ritmo que va llegando el verano.

Al terminar la ruta y montar en el coche o en el tren de vuelta a casa despierto de mi sueño y vuelvo a la cruda realidad de los 90 metros cuadrados del piso de mis padres. Dicen que los sueños, a menudo se hacen realidad, para algunos afortunados de Aragón seguro que al menos un pedacito de esos sueños lo han hecho. Esperemos que nuestros alcaldes leoneses (y de toda Epaña) tomen ejemplo y promuevan iniciativas similares. Estoy seguro de que acabarían con la despoblación rural y con todos los problemas económicos, sociales y medioambientales que conlleva.


martes, abril 24, 2007

Folixa na Primavera

Necesitaba salir de León, las cosas no estaban yendo bien o al menos, no todo lo bien que yo esperaba, y que mejor oportunidad que un fin de semana en Mieres viendo música celta y folk asturiana y regando la neurona con sidrina. La fiesta de la primavera se celebra todos los años en esta localidad astur, en la cual afortunadamente, tengo familia afincada la cual me aguanta y me deja pasar unos días en su casa.

El viernes se presentaba como una toma de contacto con los conciertos menos llamativos del cartel. Comenzó tocando Xuacu Amieva (grupo asturiano) que personalmente me dejó indiferente, aunque vale la pena mencionar al gaitero que animaba bastante el cotarro. Acto seguido llegaba la actuación de unos irlandeses esconocidos para mí y de nombre extraño, cuando menos, llamativo, Four Men and A Dog. Comencé el concierto apreciando las caras de aburrimiento y cansancio de mis primos y debatiéndome en ceder e irnos a casa o tratar de animarles y que aguantaran un poquito más. Aún a riesgo de parecer un pesado (no a todos les gusta la música celta, más bien a los pirados como yo) escogí la segunda opción y por lo visto después, fue la correcta. El grupo era espectacular, celta de verdad, nada de guitarras eléctricas ni baterías modernas. Con un violín, un acordeón, una guitarra, un laúd y la impresionante manera de tocar el bodhran del gordito Gino Lupari, que también ponía letra a algunas canciones, nos animaron a todos haciéndonos saltar y bailar. Lo cierto es que no había demasiada gente y el ambiente familiar favorecía el acercamiento y la conexión con el grupo, de hecho al final del concierto tuve la suerte y el honor de felicitar al magnífico Gino, el cual me dejó impresionado por su cercanía y humildad.

El sábado estaba marcado en mi calendario como el día fuerte con los conciertos de Skanda y sobre todo, de los míticos Gwendal, pero todo quedó en agua de borrajas. Los primeros fueron un fiasco total, al menos para mí, ya que esperaba folk y me encontré con un intento de mezclar rock con gaitas, a mi juicio un esperpento que podía haber dado buenos resultados, pero que no fue el caso. Quizá por la impaciencia y por el recuerdo de las largas horas escuchando sus discos, Gwendal me defraudó debido a que se ha pasado a las guitarras elétricas y a la batería dejando en el olvido los intrumentos tradicionales bretones. Pero bueno, son míticos y siguen tocando estupendamente, sobre todo el flautista que tanto toca la travesera como el whistle o la bombarda bretona. Quizá por este vestigio tradiconal les doy una buena nota, pese a que los reyes indiscutibles de la Folixa fueron, sin duda alguna, Four Men and A Dog (se adjunta foto) y recomiendo encarecidamente ir a alguno de sus conciertos (en verano tocan en Ortigueira) o al menos escuchar alguno de sus discos.

Todo iba genial y para celebrar el buen rato pasado, nos fuimos a tomar unas copas a los locales de fiesta de Mieres. Cómo no, la felicidad no puede ser completa, y llegó la mancha de la noche, me encontré con mi ex a la que hacía mucho tiempo que no veía. Pese a ello se produjo un revoltijo en mi estómago, aunque esta vez la herida no sangró, parece que he cicatrizado bien y solamente el sock del repentino encuentro es lo que me produjo alteraciones nerviosas. Después de todo fue mucho tiempo a su lado y hay cosas que no se olvidan jamás, pero después de un buen rato cavilando en la cama, dándole vueltas y vueltas, me quedé medio dormido y he de decir que, al final la Folixa obtuvo una puntuación alta en mi ranking personal.

jueves, abril 19, 2007

Luz primaveral

Después de una larga mañana enfrascado en la lectura de una tesis de perdiz pardilla y perdiz roja, aprendiendo métodos de censo, patrones de distribución, demografía, biometría y análisis de datos me dirijo a la facultad para recibir las clases de doctorado correspondientes a un curso de vegetación. La verdad es que no son demasiado aprovechables, pero hay que cumplir el trámite y sirven como excusa para salir de casa y caminar un ratillo aprovechando el buen tiempo.

La primavera ya ha llegado, oficialmente llegó el 21 de marzo, pero siempre digo que hasta que no pasa el domingo de Resurrección no llega de verdad. El solecito me da en la cara y me anima mientras observo como un cernícalo pelea en vuelo con un milano negro que ha invadido su territorio. LLevo tres años observándoles y nunca faltan a su cita. También me fijo en el suelo, los jardines están cubiertos de dientes de león y de margaritas, y en los lugares donde se conserva algo de la vegetación original se aprecia como los majuelos están floridos. Después de la tediosa clase, casi tres horas de aburrida charla en la que no me dicen nada nuevo, vuelvo sobre mis pasos aunque esta vez para dirigirme a casa de la niña a la que doy clases partículares.

Al cabo de una hora salgo de allí bastante cansado y decido que la vuelta a casa va a ser lenta y relajante. El firmamento está cubierto de nubecillas teñidas de azules, rosas y violetas. Está anocheciendo, pero todavía hay la suficiente luz para dar un paseíto. En los auriculares suena Norah Jones aislándome del ruido de la circulación y de la gente que camina frenética por las aceras. Al vivir en las afueras los coches se permiten el lujo de ir más rápido ya que en mi barrio hay grandes avenidas. A cambio existen numerosas zonas verdes donde no se edifica, con lo cual puedo ver el cielo sin necesidad de alejarme de casa.

Veo como el sol desciende para esconderse en el horizonte y ceder el trono de las alturas a su eterna y distante amada, la luna. Son las nueve y todavía es de día. Me acerco al río para estar más tranquilo y veo como los patos también comienzan a recogerse. Cuando llego a casa lo hago contento y reconfortado porque al final el día se ha arreglado, la naturaleza me ha obsequiado con un espectáculo maravilloso.

Para los celtas las dualidades opuestas eran muy importantes, celebraban la llegada de la primavera como el cambio de la época oscura (otoño e invierno) a la época de luz (primavera y verano). Hoy he podido comprobar como la luz primaveral es capaz de alegrar hasta el alma más triste.

lunes, abril 16, 2007

Mal día

Me despierto escuchando los gritos que dan mi madre y mi hermana. No sé porque discuten y la verdad es que me da igual, sólo quiero dormir. Anoche me costó un montón porque mi cabecita no dejaba de dar vueltas y vueltas entorno al mismo tema. Las voces son cada vez más fuertes y no hago más que dar vueltas en la cama así que decido levantarme para al menos aprovechar el día. Ya que no he podido ir a Béjar a pasar el fin de semana, al menos hacer algo productivo.
Cuando me pongo en pie el tobillo me da un pinchazo tremendo. Ahora me acuerdo del partidillo de futbol sala de ayer. Desde que tuve el esguince (ya hace tiempo) cuando hago un esfuerzo físico, se resiente al día siguiente. Me acerco a la cocina, para variar se han tomado todo el café y no han hecho una cafetera nueva. De mala gana me pongo a la labor y los pensamientos regresan a mi mente. ¡¡No puede ser!! ¿por qué me torturo de esta manera?. Mientras desayuno me llega un mensaje al teléfono móvil del profesor que me lleva lo de la tesis, me dice que están en la casa del pueblo que sirve de centro de operaciones y que si puedo, que vaya. La putada es que el mensaje tiene fecha del viernes. Joder! me cago en la tecnología, ahora va a pensar que me he hecho el loco y no he querido ir.

La mañana se hace eterna entre las páginas de la tesis que estoy leyendo, mi madre haciendo limpieza general y los pensamientos que no me abandonan ni un instante. Tengo el estómago algo tocadillo de la mezcla explosiva que hice el jueves y para comer, ¿adivina? fabada (ni hecho a posta) En fin, no es que no me guste, de hecho me encanta una comida fuerte en sábado porque hay tiempo para hacer la digestión tranquilamente, pero con el malestar que tengo no es lo más adecuado. Me tumbo en el sofá y decido ver una película, pongo la primera que pillo y para colmo es una de esas pasteladas en la que todo acaba bien. La chica que se va a casar con un gilipollas se enamora del chico bueno y simpático que siempre ha estado a su lado y que es su gran amigo. Son felices y comen perdices. Se me cae el alma al suelo, cambio de canal y encuentro Bailando con Lobos. La he visto mil veces, pero es territorio neutral, algo es algo. Mientras Kevin Costner acicala el fuerte abandonado, a mí viene a visitarme Morfeo y caigo en un profundo sueño.


Al cabo de un rato me despierto con la espalda hecha un cromo debido a la vejez del sofá. Me doy una ducha para intentar hacer que las penas se vayan por el desagüe, pero ni por esas, los pensamientos están arraigados y no quieren irse. Cuando salgo, deseando que se termine ya este maldito día, me llama Javi para quedar y ver una peli en su casa y acepto a condición de que sea "de risa". Al final ni peli ni nada, él está tan rayado como yo y nos pasamos el rato hablando de chicas y bebiendo copas. Sin darnos cuenta nos dan las ocho y salimos pitando al bar porque hemos quedado con el resto para ver al Madrid.

Después del robo arbitral la Liga se aleja, no es ninguna sorpresa, pero jode que sea de esa manera. Hablamos de quedar por la noche, pero todos han quedado con sus novias por lo que las perspectivas son poco halagüeñas ya que solamente salimos Javi y yo. Una tortilla de patata y dos cervezas más tarde cerramos la puerta de casa y al llegar al húmedo decido que me da igual todo. Pido un cachi y me quedo con Javi, hoy necesita pillarse una buena cogorza y yo estaré junto a él.

Y es que como dice la doctora Grey: "Al final del día el hecho de no derrumbarnos es motivo más que suficiente para celebrarlo"

jueves, abril 12, 2007

En el autobús

Me gusta la lluvia, pero acabo de salir de prácticas y no me apetece llegar a casa del niño al que le doy clase empapado y cansado, así que desecho la opción de ir caminando y cojo el autobús. No es la elección que más me place pero a falta de pan buenas son tortas. El trayecto es largo ya que mi destino es la penúltima parada de mi medio de locomoción. Los autobuses que van a la universidad salen de allí infestados de estudiantes que regresan a su casa, tanta gente en tan poco espacio me agobia. Por tanto, y ante la perspectiva de un ritmo lento, decido sentarme atrás y leer el último libro que ha caído en mis manos.


Estoy absorto en la lectura, pero de cuando en cuando, levanto la cabeza para no marearme ya que pese a la velocidad parsimoniosa del vehículo soy bastante sensible al movimieno. Al observar a los viajeros me doy cuenta de que van vestidos como el día, los tonos de sus ropas son grises, marrones y negros; todos colores oscuros que llegan incluso a teñir sus caras. Vuelvo a meterme dentro de las páginas y al cabo de unos minutos noto un roce en la pierna, es una niña de unos siete años que se ha sentado a mi lado. La miro por el rabillo del ojo y veo como observa mi libro y luego a mí con el atrevimiento y la inocencia que solo los niños pueden combinar. Levanto la cabeza y le sonrío, pero parece ser vergonzosa y se va con su madre que se ha sentado justo delante. Vuelvo a los cuentos del libro.


Media hora después estoy cerca de mi parada, guardo el libro y me pica la curiosidad de ver quién sube puesto que por aquí conozco a bastante gente. Entre los oscuros colores de los pasajeros veo como aparece una chica con el pelo rojo que se abre paso entre el enjambre de gente mientras intenta mantener el equilibrio. Lleva al hombro un instrumento musical, por la funda parece ser una guitarra o un violonchelo, la verdad es que no lo sé, pero con ese peso a la espalda se mueve ágil y liviana entre la masa. Su cara es redondita aunque atractiva, pero lo que más me llama la atención es como su clara piel resplandece dentro del autobús y destaca iluminado los tonos apagados de las vestimentas. Bajo en la siguiente parada y no puedo evitar mirar sus ojos verdes rodeados de pecas que resaltan entre sus rasgos nórdicos. Ha dejado de llover.


Dicen que los ángeles son seres celestiales capaces de iluminar hasta el más oscuro de los rincones con su sola presencia. Después de todo, quizá sea cierto que existen.

lunes, abril 09, 2007

Palabras de sabios

Ayer un buen y sabio amigo me dijo unas palabras que se me han quedado grabadas. Volvíamos de pasar el día en la montaña y hablábamos de mujeres (cómo no). El caso es que dábamos nuestra opinión acerca de la mistad entre un chico y una chica y él se posicionó rápidamente diciéndo lo siguiente: "es una mierda porque te enamoras de la que tienes más cerca, es así aunque suene mal, y lo normal es que ella solamente te quiera como amigo"


Esas palabras me han dado mucho que pensar, quizá sea cierto y nos colamos por la que tenemos más a mano. La verdad es que cavilando seriamente, pasamos mucho tiempo en clase o trabajando con las mismas personas y es normal que los roces afectivos surjan. Además conocer a gente nueva no es tan fácil como parece, al menos para mí. Cuando digo conocer, me refiero a intentar saber de verdad, como es una persona (algo muy complicado por otra parte) De fiesta es imposible y a lo largo de la semana ¿con quién puedes conseguir esa buena sintonía? La respuesta efectivamente es, con quien pasas más tiempo, que a su vez es quien tienes más cerca.



Quizá algún día la gente se abra más a los demás, pero por el momento pervalece la idea de no mostrar sentimientos ya que está muy mal visto en nuestra sociedad, sobre todo si perteneces al sexo masculino. A esto hay que sumarle la numerosa cantidad de personas que ponen su coraza para no sufrir de nuevo los golpes que les dolieron tanto en su época. Yo por mi parte ya me quité esa coraza hace tiempo, me dí cuenta de que cuando menos te lo esperas, aparece alguien con quien no la necesitas y te vuelves a exponer a los golpes, pero esta vez, como el buen boxeador, aprendes a encajarlos.


Para terminar y para que vosotros también penséis un poquito os dejo con una frase de otra sabia que es mi tía abuela, cuyo nombre le viene que ni pintado, Modesta. A lo mejor os suena contradictorio con lo que he comentado antes, pero ya sabéis que soy un hombre de contrastes. Ahí os va "La novia y la mortaja, del cielo bajan"

sábado, abril 07, 2007

Procesiones y contradicciones

Sigo con mis contradicciones, esta vez no ha sido ninguna sorpresa, sé que en lo referente a la Semana Santa soy un hombre de contrastes. Desde pequeño y por herencia paterna pertenezco a una hermandad de mi ciudad, durante varios años procesioné tocando la corneta en la banda de música, pero lo dejé por falta de tiempo para ensayar y ahora estoy en el dique seco. Desde que empecé Biología y adquirí un pensamiento científico basado en el conocimiento y confirmación de hipótesis (no en la fe) me propuse no ir a ninguna procesión más, pero no lo puedo evitar.

Al llegar el viernes de dolores mi padre ya comienza a preparar la túnica y el capillo y sin querer me da envidia. En parte también pienso que es porque una de las carencias que tengo en esta vida, es no saber tocar un instrumento musical y por esta vía es fácil aprender lo básico. Pero volvamos a lo que nos concierne, el caso es que mi mente científica no me permite hacerme a la idea de procesionar puesto que para hacerlo debería tener una devoción por cierta Virgen o por cierto Cristo, y no la tengo. Por tanto, me vuelvo a repetir a mí mismo que no voy a ir a ninguna procesión.

Los días en Semana Santa se hacen muy largos y aburridos, hay poco que hacer y los amigos andan liados con sus amoríos. Sin darme cuenta mi madre me pide que la acompañe a ver a mi padre y voy con ella, no viene mal salir de casa y así hago algo de vida familiar y gano puntos. El caso es que me veo en la acera esperando a que pase la procesión. Los pasos con las imágenes de la muerte de Cristo van pasando y entre ellos las bandas de música tocan sus marchas. De repente, cuando el paso se detiene unos metros más allá, el jefe de la banda que se encuentra delante mío marca un tema. Miro a mi madre, es mi favorito, "la saeta" como le llamo yo. Toda la banda se dispone a interpretar la pieza y los braceros alzan el paso. La música recorre mi cuerpo y eriza el vello de mis brazos, mientras los hermanos de la cofradía bailan la imagen de un Cristo muerto, un escalofrío me recorre. Entonces pienso en que tengo que volver, vuelvo a casa convenciéndome de que podría sacar tiempo para ensayar o si no, pues a pujar.

Es increíble lo contradictorio que soy!!!!

jueves, abril 05, 2007

La cárcel y el ave

Hace ya un par de años realicé un viaje a Cádiz, recuerdo que la Semana Santa estaba a punto de terminar. Todo surgió de forma súbita y en cuestión de dos días decidí embarcarme en la aventura de recorrer España de punta a punta en furgoneta. Los componentes del grupo de compañeros con los que iba al sur eran fanáticos de las aves y se desplazaban allí para observar el maravilloso espéctaculo natural del paso migratorio del Estrecho de Gibraltar. Yo por mi parte, aunque aficionado a la ornitología, no iba para ver pájaros, necesitaba evadirme de todo. León era como una cárcel en la que me veía atrapado, atrapado en mi soledad y en los recuerdos que llegaban a mi mente cuando paseaba por sus calles.

Al llegar a Caños de Meca nos fuimos inmediatamente a la playa. El frío de la meseta norte contrastaba con el calorcito gaditano. Nada más pisar la arena me dí cuenta de que aquella era una visión mágica. Estaba en una playa impresionante, allí donde se perdía la vista se levantaba el cabo Trafalgar rompiendo el cielo. No había rastro de vida humana, los correlimos y chorlitejos caminaban y corretaban buscando alimento y el batir de las olas inundaba nuestros oídos de océano. Nosotros eramos los únicos que disfrutábamos de aquel paraíso y eso me hacía sentirme muy especial.

Mis compañeros, que como dije eran unos locos de la ornitología, fueron armados con sus prismáticos y sus telescopios. En un par de minutos ya estaban montados sobre los trípodes, y mirando sobre las olas descubrieron las clásicas gaviotas y gaviones. Después de localizarlos me tocó el turno de mirar y me quedé embobado viendo como los alcatraces atlánticos se tiraban en picado para cazar los peces que alimentarían a sus crías en una colonia cercana. Sin darme cuenta llevaba un buen rato observando el majestuoso vuelo de estas aves, me sentía en la gloria, pero tocaba el turno de pasar el telescopio a otro compañero. Cuando se cansaron de ver todo el rato lo mismo me hice con uno de los dos trípodes y me dispuse a observar con más detenimiento aquel ave tan hermosa. Me fijé en una, su vuelo era liviano, como si no le costase mantener el equilibrio entre las corrientes que azotan el estrecho, cazaba sin agobios, se zambullía, salía del agua, volvía a elevarse y disfrutaba de su planeo hasta que de nuevo, se lanzaba en picado. Era la viva imagen de la libertad.



A lo largo de aquel viaje ví muchas otras aves que jamás había observado, pero ninguna me marcó tanto como aquel alcatraz. Quizá fuera porque escapé de una cárcel urbana para encontrarme con un ave que lleva el nombre de uno de los más famosos centros penitenciarios del mundo, pero que me llenó de sensaciones de libertad.

lunes, abril 02, 2007

Favores y enemigos

Está más que comprobado que por los amigos de verdad, esos de los que tanto hablo, y de los que estoy muy orgulloso de tener a mi lado, se hace cualquier cosa. No importa el favor que te pidan mientras esté dentro de la ley, e incluso a veces si se sale de ella también lo haces puesto que le añades un factor de riesgo y emoción que sacia tu necesidad de adrenalina. Lo más normal es que sean favores sencillos, como llevarles a tal sitio o prestarles unos apuntes. En fin, tonterías que pese a no ser más que eso, se convierten en acciones que poco a poco van afianzando y estrechando una amistad que ha de durar muchos años. Pero no se debe olvidar una regla de oro, los favores que haces no tienen porque ser devueltos o recompensados. Para eso están los amigos y punto.

Por otro lado, y como siempre digo hay que diferenciar entre amigos y amiguetes (o colegas, compañeros, como os de la gana llamarlos, todos sabéis de lo que hablo) Pues bien, estos amiguetes también tienen el derecho de pedirte favores y tú estás en el tuyo de hacérselos o no. Pero como te han educado en los valores de honor, generosidad, altruismo y buen samaritanismo en general, acabas por realizar esos favores. Y al cabo del tiempo, llega el día en que le pides una concesión a uno de esos amiguetes tuyos al que en su día ayudaste con sus problemas, pero éste te da largas y mil excusas para no apoyarte en tus dificultades y eso jode. Vaya si jode, pero te resignas diciéndote a tí mismo que estás tonto porque como bien ya sabías los favores que haces no te los tienen porque devolver.

Ahora bien puede darse la situación contraria, un amiguete al que le has pedido un favor, lo realiza sin pensárselo dos veces sorprendiéndote gratamente e incluso haciéndote cavilar acerca de si el trato que le das es justo o no. Pero como una serpiente que fríamente espera su presa mimetizada perfectamente con el entorno para saltar sobre ella en cuanto tenga ocasión, tu amiguete que había pasado desapercibido, saliendo contigo y con tus amigos, hace un movimiento ágil y rápido, casi ofidiesco y te exige que le devuelvas el favor. Tú te quedas perplejo al observar como tu amiguete se cree con pleno derecho de exigencia ya que "se lo debes". No sabes como reaccionar y a menudo devuelves ese favor, aunque con mal gesto y la autoconvicción de no ser benevolente con nadie más. Vamos, una cosa es ser bueno y otra tonto.

Y yo pienso (a veces me sorprendo de lo que le doy vueltas al tarro) si estos favores se los haces a un enemigo tuyo que se cree tu amiguete, le tendrás atado de pies y manos para un futuro favor que puede ir en su contra. Así que en conclusión, a los amigos, favores, y a los enemigos, más aún.