martes, febrero 19, 2013

Desorientado

Hay personas que para pensar tienen que escribir. Tal era el caso de Adam. Hecho que le suponía al tiempo un privilegio y una invalidez.

Mientras tenía las manos quietas, la mente bogaba incapaz de domeñar las ideas o de elaborar un razonamiento. Tenía que empezar a escribir para poner en orden los pensamientos. Reflexionar era para él una actividad manual.

Tenía, como quien dice, las neuronas en la yema de los dedos. Afortunadamente para él, eran unos dedos versátiles. Pasaban como quien no quiere la cosa de la pluma al teclado, de la hoja a la pantalla. Y por eso llevaba, siempre en el bolsillo una libreta gruesa de tapa flexible y, en la cartera de profesor, un ordenador portátil. Según el entorno en el que se hallase y lo que pensara escribir, abría aquella o este. 

Ese día, al inicio del viaje, eligió la libreta. La sacó, buscó la primera hoja blanca; luego esperó a que se apagase el piloto para abrir la mesita.

Algunos ilusos pensaréis que estos cuatro párrafos anteriores son míos, pero estoy seguro de que la mayoría os habréis dado cuenta de que no tengo las dotes para escribir algo tan bonito. Y es que no puedo sentirme más identificado con lo que en ellos se cuenta, por desgracia yo también padezco esa invalidez, pero no llego a expresarme de una manera tan eficaz en el papel, por lo tanto soy doblemente inválido.

Si algún día soñé con escribir una historia que tuviera el reconocimiento de la crítica y del público creo que se han despejado todas mis dudas. Últimamente leo con avidez los más diversos textos que caen en mis manos, desde novela histórica hasta policiaca, pasando por novela de iniciación. Sin embargo la última que he tenido la dicha de paladear, y a la que pertenecen estas letras me ha marcado. Me ha llenado de momentos inolvidables, de reflexiones, pero a la vez me ha vaciado de esperanzas de poder alcanzar siquiera a hacer sombra al maestro que la ha escrito.

No voy a recomendar su lectura, no sería justo tan sólo recomendarla. Os pido, a todos aquellos que disfrutáis de los libros, que leáis esta novela que es un regalo del gran escritor, y Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2010, Amin Maalouf. Por cierto, que casi se me olvida con la emoción, la novela se llama "Los desorientados"


Y así, como el título me encuentro yo con respecto a mi afición a la escritura. Creo que al igual que Adam me dedicaré a escribir notas para mí mismo y quizá algún día vuelva a publicar algo aquí. No sé que ocurrirá.

Hasta entonces seánme felices.