lunes, enero 30, 2012

Santiago y los osos

Cuando cuento la historia de mi primer día en Cabárceno tengo la impresión de que la gente no termina de creérselo del todo. Les digo que nada más llegar, a las 8 de la mañana, me dicen que tengo que subir al recinto de los osos porque están desbrozando el vallado electrificado para que funcione correctamente. A los operarios encargados de hacerlo les da miedo estar con los plantígrados rondándoles y hay que estar allí con ellos.

Sin saber que pintaba yo allí ni como iba a defenderles pero con toda mi buena voluntad me dispuse a subir en el todoterreno hasta el lugar indicado. Allí me esperaba Santiago, el jefe de veterinarios y director del parque a efectos. Un hombre de aspecto recio con bigote ampliamente poblado y mirada franca. De esos que deduces que son buena gente sólo con verlos, aunque de primeras parezcan duros como un morrillo. Me echó un vistazo de abajo a arriba y, al verme, por su risilla socarrona, supongo que pensó "puede servir"

Así, comenzó a explicarme mi labor que no era otra que vigilar que no se acercase ningún oso a la zona de trabajo. Para ello abrió el portón trasero del coche y me dotó de un arma defensiva fundamental en el parque, un vara de avellano tan alta como yo que con gentil sutileza depositó en mis manos.
- "Si viene un oso la mueves y le tiras una piedra a los pies" - continuó diciéndome.

Tal debía de ser mi sorpresa y tan abiertos debían estar mis ojos que se apresuró a tranquilizarme diciendo: - "No te preocupes, si se acercan normalmente es para curiosear, si les tiras la piedra y das una voz, normalmente se van" Y añadió bromeando y para picarme un poco: - "Además un cazurro como tú, joven y fuerte, no tendrá miedo de un oso, ¿no?"

De todo lo que dijo, lo que más resonó en mi cabeza fue la palabra "normalmente". Yo me preguntaba ¿y qué pasa si viene un oso y por más que insista no se va? Me sentía como un hombre prehistórico dispuesto a defender mi vida ante las bestias salvajes que me rodeaban con lo que tenía a mano, palos y piedras, pero lo cierto es que no ocurrió nada. Se acercaron un par de osos, y he de decir que uno de ellos lo hizo lo suficiente como para dejarme paralizado, pero una piedra certera le cayó a los pies y se alejó corriendo. Al cabo, mientras volvía a sujetar su vara de avellano con las dos manos, de la boca de Santiago salío un "ay! este cazurro que está dormido, espabila que te van a comer, jajaja"

Pues bien, después de ello las aventuras continuaron durante casi un mes, pero insisto, cuando lo cuento pienso que la gente supone que aderezo el lance o lo que es peor, que me lo invento. Pero el otro día, tras un viaje de domingo de casi cuatro horas llegué a casa y me repanchingué en el sofá. Lo primero que pillé fue a un tristemente famoso leonés apodado Frank de la jungla (supongo que Francisco no es muy televisivo) enseñando animales. Por referencias sabía que el susodicho naturalista (si es que puede llamarse así) había tenido bastante éxito con un programa en el que mostraba la fauna salvaje del sudeste asiático, pero lo que salía por la pantalla de mi televisor era sin duda, fauna ibérica.

Me picó la curiosidad y me quedé a verlo, al parecer ahora se ha venido a España a contarnos lo que hay por aquí, que por otra parte manda narices!! Será que no hay gente preparada en este país, en fin.

El caso es que al cabo de un ratito salió Cabárceno y mi admirado Santiago mostrándole como el parque había sido una antigua mina de hierro y lo que más me sorprendió es que le llevó a ver a los osos y le hizo la misma jugada que a mí, eso sí, con un osezno. No me lo podía creer, y al verle espantar a uno de los grandes con una piedra y a gritos mientras Frank le miraba boquiabierto, no pude hacer otra cosa más que reírme a carcajadas. Maldita casualidad!!


Últimos 6 ó 7 minutos.
http://www.mitele.es/programas-tv/la-selva-en-casa/temporada-1/programa-5/