martes, mayo 07, 2019

Males Universitarios y III

Terminaba la última entrada de esta bitácora reflexionando acerca de la situación actual de la universidad en España, tomando como ejemplo a una universidad pequeña como es la de León.

No es demasiado complejo comprobar que el porcentaje de endogamia dentro de las facultades es muy elevado. Fácilmente encontramos matrimonios, parejas que no han pasado por la vicaría, padres e hijos, primos, cuñados y toda una retahíla de familiares de sangre o putativos. Famoso es el caso de un profesor de Geomorfología el cual, no contento con tener en el mismo departamento a su esposa, tenía a su ex y a la que todos los rumores señalaban como su actual amante. Cual jeque árabe mantenía un harén de mujeres bajo el manto de su posición dominante dentro del departamento ya que, por supuesto, en el machismo reinante él era el jefe.

Resultado de imagen de cultivo de células
No digo yo que el roce no haga el cariño (aunque muchas veces hace rozaduras) y más cuando se pasan muchas horas de investigación en el laboratorio o en el campo, con el olor de las flores y las feromonas circulando por el aire, pero permitidme ser un poco desconfiado y pensar que todas esas personas no son profesores titulares únicamente por sus propios méritos.

Si seguimos tirando del hilo, es evidente que todas esas uniones generan una serie de influencias dentro de los despachos. Con ello pueden gestionar a su modo y manera los proyectos que se solicitan para el departamento, los profesores adjuntos que son necesarios e incluso las posibles tesis doctorales que se otorgarán ese año. Controlando estos tres factores es muy sencillo seguir creciendo y medrando dentro del organigrama de la universidad y así dar el gran salto, primero hacia el decanato y luego hacia el rectorado. Incluso, muchos de ellos albergan una pretensión de índole política e intentan hacer carrera en algún partido, muy a menudo en contra de los propios intereses de la universidad.

Cuando utilizan sus artimañas para solicitar unos proyectos y no otros en realidad lo que hacen es promover su propio prestigio como investigadores porque los enfocan hacia sus propias especialidades. Me explico. Imaginemos que uno de estos profesores es especialista en invertebrados no artrópodos y tiene a su mujer y a un cuñado amén de dos profesores más de su cuerda en el departamento de zoología. Obviamente la votación departamental le será muy favorable y así, en una pescadilla que se muerde la cola ad infinitum, solamente podrán obtener un número elevado de publicaciones ellos mismos, de tal manera que su poder aumentará. No solo eso, el departamento en si ganará un prestigio como especialista en un área muy concreta del conocimiento, y como todos podéis imaginar, a una universidad le interesa darse a conocer a nivel internacional, sea de la manera que sea.

Es evidente y sale de cajón que ellos y ellas (que en esto sí que hay igualdad) dirigirán tesis doctorales que les favorezcan, porque sería de tontos o de quijotes aceptar una solicitud para realizar una investigación en la que no obtuviesen réditos en forma de publicaciones. Y es que sí, al final lo que cuenta es tener cuanto mayor número de publicaciones mejor, es decir, que su nombre figure como el primero en los posibles descubrimientos que se realicen en el departamento. Así se refuerza el prestigio nacional o internacional del que hablábamos antes. La pescadilla ya no sabe ni como enroscarse para morderse aún más la cola.
Resultado de imagen de investigador cientifico dormido
Finalmente, estoy seguro de que lo habréis podido deducir, los becarios de doctorado son los que pagan los platos rotos. Ellos son el último eslabón en la cadena. Ellos son los que realmente investigan, los que se levantan a las cinco de la madrugada para ir a censar aves o ponen la alarma en mitad de la noche cerrada porque han de levantarse de la cama para ir a sembrar células en el laboratorio. Así durante cuatro años, bueno, tres normalmente porque durante el último año se dedican a redactar su tesis doctoral. Eso, en los pocos ratos libres que les quedan entre escritura y escritura de papers para sus respectivos jefes. Los cuales como dije antes se llevan el mérito. Y los becarios calladitos y votando lo que tienen que votar no siendo que pierdan la beca Y finalmente ¿qué les queda?

Pues poca cosa. Una parte de su juventud echada a perder. Un título de doctorado que cada vez está más devaluado en esta sociedad podrida en la que algunos pueden obtenerlo pagando. También les queda la posibilidad de seguir mordiendo la cola a la pescadilla (que a estas alturas ya casi llega a la cabeza) y pedir una beca post-doctoral tras otra. O hasta que por suerte obtengan un puesto como profesor colaborador o profesor adjunto cobrando 380 euros al mes  dando las clases y las prácticas que el catedrático de turno no quiere dar. Llegado este punto algunos han lamido tantos culos y han comido tantas pollas que ya les da igual y continúan en ese círculo vicioso intentando llegar a su nombramiento como profesor titular. Eso, siempre y cuando no aparezca el hijo de fulanito o la hermana de menganita que sin duda les pisarán el puesto. La pescadilla entonces se ha autofagocitado.

Y así termino esta trilogía sobre los males de la univiersidad española. Una reflexión sobre como se destruyen vocaciones en pos de una pseudoélite que se lo termina llevando crudo siempre.

P.D. Estoy seguro de que habrá disparidad de opiniones, que muchos no estaréis de acuerdo conmigo. Espero vuestras opiniones con el mismo respeto con el que recibáis las mías. Un saludo


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