domingo, noviembre 13, 2011

La niebla

Mañana tensa. Mis tutorandos han sacado unas notas pésimas en su primer examen conmigo y ni siquiera protestan, es más, parece no importarles. Era de esperar, acostumbrados a no marcarla durante años e ir pasando de cursos raspando el aprobado, ahora se topan con alguien que les exige, que les aprieta y muy pocos pasan el corte. Las sucesivas reuniones que tienen lugar a continuación con compañeros y con padres me dan una visión de la incompetencia y desidia de unos y otros a la hora de educar a los chavales, lo cual corrobora las causas de su bajo rendimiento.

Primero de bachillerato suele ser un bálsamo para mí, pero hoy están alterados por el examen que tienen a continuación y a duras penas consigo dar una clase decente. A quinta hora tengo guardia y el profesor que debería de cubrirla no aprece por ninguna parte. Los expertos en escaqueo abundan en todos los lugares, así que a falta de otro imbécil al que colgar el marrón, pringa el menda. A estas alturas de la mañana ya estoy bastante caliente y la clase que me toca en suerte no es precisamente tranquila. Cuatro amonestaciones después, una expulsión de aula y muchos gritos que por poco me destrozan la garganta, avanzo hacia mi última sesión en primero de la ESO. No va mal, los chavales se comportan bien, pero no se han enterado de nada y eso que son conocimientos básicos. Encabronado les interpelo ¿pero que narices os enseñan en la escuela? y la mejor repuesta que me da es: nada profe.

Llego a mi casa asqueado, una mañana de mierda que me quita hasta el apetito. Cojo la mochila y me tiro al monte al igual que las cabras. El simple hecho de salir a dar una vuelta al aire libre me resulta liberador, me hace ver las cosas con más perspectiva, me relaja. Por su parte la senda me guiña un ojo y se viste con las mejores galas del otoño, luce su figura altiva y espléndida haciendome sentir pequeño ante la inmensidad de la naturaleza que me rodea. Incluso deja de llover y las nubes empiezan a desaparecer del cielo, el sol brilla y lo hace con fuerza a sabiendas de que le quedan dos horas escasas para que la luna le gane la partida.

Termino el paseo otoñal disfrutando del regalo de un ocaso que muestra toda la gama de colores con los que se engalanan los árboles en esta época del año. Todo ello aderezado con una pizca de luz solar mortecina que juega sensualmente entre las gotas de agua que aún permanecen en las hojas reflejándose y volviendo a acariciarlas como una amante novata pero lividinosa.

Cae la noche y lo hace tan rápido que al llegar a casa es ya casi cerrada. Tras una ducha me sirvo una copa de vino, hoy toca un Somontano llamado Enate cuya combianción de cabernet sauvignon y merlot al cincuenta por ciento se me antoja perfecta. El brillo de la luna llena reflejado en los húmedos tejados de pizarra se cuela por el ventanal del salón, mientras suena la suave voz de Katie Melua.

El momento es perfecto, pero en seguida se rompe cuando una niebla densa avanza rápidamente desde el oeste cubriendo en un santiamén el brillo de la luna, los edificios que hay en frente de mi casa y todo aquello que tenga forma o color. De repente, en menos de cinco minutos todo se ha vuelto gris, con un aire espectral que entristece y agobia. En esa visión se refleja todo aquello de lo que me había olvidado en el monte y las dudas e inquietudes de mi vida se me aparecen en la estancia como entes fantasmagóricos. Apuro mi copa y me meto en la cama con todos ellos como si de una orgía terrorífica se tratara. Mañana será otro día, o no.

The song: http://www.youtube.com/watch?v=9mdc6jZRZxU