jueves, abril 21, 2011

Fenómeno fan

Hace ya unos días que me ocurrió algo curioso dando clase. Era la tercera hora, creo recordar que de un miércoles cualquiera, y faltaba una alumna en la clase de 3º ESO.

La alumna en cuestión no es de las que se fuman las clases así como así, y supongo que a las 10:20 de la mañana tampoco hay mucho que hacer en un pueblo como Quintanar de la Sierra. Además es una buena estudiante, aprueba sin demasiados problemas pese a la verborrea propia de la edad, pero el caso es que no estaba en el aula.

Pregunté a sus compañeros si sabían algo de ella y entre risas me explicaron que la noche anterior había tocado en Madrid el fenómeno de masas de las adolescentes actuales. Un tal Justin Bieber, que es un chico imberbe y corporalmente lampiño con rasgos faciales de niña, mucho pelo y voz sintetizada y tratada por ordenador a fin de parecer no sé...¿más adulto?

En esa situación alguna de mis alumnas se indignó y me dijo que no podía ser, que encima su madre se lo iba a justificar puesto que a la chica en cuestión, se lo consentían todo en casa y le iban a justificar el retraso. Yo la verdad no sabía que decir, me daba que aquello era envidia de adolescente fémina y hormonada. Nunca me había visto en una tesitura semejante ni cuando era alumno, imagino que porque por aquel entonces los conciertos eran en viernes o sábado y no te dejaban irte a Madrid con 14 años ni de coña.

Decidí continuar con la explicación, y cual fue mi asombro cuando, a los diez minutos apareció por la puerta la fan de Justino (digo yo que será así en español, no?) Tenía una cara de sueño horrible, las ojeras le llegaban hasta la mitad de los pómulos y cargaba con la mochila como si llevase piedras dentro. Se disculpó por el retraso y me pidió permiso para sentarse junto a su compañera habitual. Os juro que estaba perplejo y no pude hacer otra cosa más que darle permiso.

En ese momento mi interior estaba dividido, una parte de mí quería darle una buena reprimenda, casi paternofilial, sobre la importancia de discernir entre la obligación y la devoción entendiendo que es más importante lo primero que lo segundo. Pero otra parte de mí se acordaba de las compañeras que tuve en el instituto, fans de Take That y Backstreet boys, que no pudieron ir a ningún concierto de sus admirados ídolos.

Al final opté por reírme de todo ante la perplejidad del resto del alumnado. Le pregunté que le veía a aquel niñato para recorrerse unos cuantos kilómetros con tal de verle, llegar tarde a mi clase (y supongo que faltar a las dos anteriores) Ella con el pavo inmenso que tenía encima de la cabeza y muerta de vergüenza me dijo que no sabía, que estaba muy bueno. Las risotadas entre sus compañeros fueron cuando menos abundantes, salvo en "la envidiosa" que alzando la voz por encima del resto dijo: - Ya verás cuando te coja el tutor, tenía un cabreo!! -

La respuesta le dejó tan planchada a ella como a mí y fue la siguiente: - Me da igual, mi madre me lo va a justificar todo y contra eso no puede hacer nada, así que...-
Al oír esto, se me escapó un aaaamén que no entendieron. Pensé, así nos va!! Donde hay patrón no manda marinero, pero me parece que los galones están equivocados. Continué con la clase sabiendo que había echo lo mejor, otra opción hubiera sido una pérdida de tiempo ya que en casa desaprendería lo que yo le enseñase.

Al cabo de un par de días en el sopor de la sobremesa de café y tele, un vídeo casi me tira del sofá de risa. Aquí os lo dejo, espero que os riais tanto como yo (grande Flo)
http://www.youtube.com/watch?v=lluCidwrPic

PD El mismo día que Justino cantaba Joana Amendoeira, pero entiendo que ella no fuera a verla aunque a mí me guste más, son conceptos diferentes:
http://www.youtube.com/watch?v=aIj5HTLot7M&feature=related

domingo, abril 10, 2011

Frustración y perdón

Hace mucho que no escribo, la frustración en el trabajo se va transformando poco a poco en absoluto pasotismo, tras haber pasado ya la etapa de desesperación. He caído en algo en lo que jamás pensé que iba a caer, una dejadez total. Ojo! No confundir jamás esa dejadez con la holgazanería o la pereza, palabras que, a menudo, se usan como sinónimos y no tienen nada que ver. Lo mío es un estado de desinterés contagiado quizá por el ambiente reinante en el institituto en el que trabajo.

Como todo buen profesor quiero que mis alumnos aprendan no sólo lo que viene en el libro, sino también, y gracias a la materia que imparto, el entorno en el que viven. Quiero que conozcan todas esas cosas básicas que un niño debe saber sobre la naturaleza, como por ejemplo: ¿por qué se forman nubes de tormenta en verano cuando el cielo está totalmente despejado? o ¿por qué los pinos no producen frutos, si no semillas únicamente?

El problema es que para ellos es un suplicio estar encerrados seis horas en un centro que deben de asemejar, supongo, a una cárcel. No lo ven como un lugar de aprendizaje y enriquecimiento cultural. En una sociedad en la que priman y premian otras actitudes y aptitudes, la cultura, la inteligencia incluso, el sentido común sobran, y es precisamente eso lo que se enseña en los institutos, por lo tanto, estamos ante una pescadilla que se muerde la cola. No quiero estudiar, la gente logra cosas importantes sin estudiar, lo veo todos los días en la tele, luego...para que voy a estudiar!! Eso piensan mis chicos. Aún así no me rindo y el lunes salgo con ellos al campo para ver "in situ" las plantas que les llevo casi un mes explicando.

De todas formas, todo esto me afecta de manera directa y aunque me ponga la coraza que en muchas ocasiones he utilizado para otros menesteres, ésta no es impermeable a los sentimientos que me produce esta exasperación, mas bien, es atravesada con facilidad por ellos. Y esta aflicción impregna otros aspectos de mi vida. Hasta ahora, creía que lograba evadirme bastante bien de las vicisitudes que me asolan en el trabajo, pero no es así y me he dado cuenta por la vía rápida y de la peor de las maneras posibles.

Dicen que la gente que más quieres es con la que pagas estas cosas y parece ser verdad. He discutido por chorradas con mis amigos, con los de verdad, los que a pesar de muchos kilómetros de separación siempre están ahí cuando se les necesita. He tratado a mi familia, y sobre todo a mi madre con desaire, como si me cansara el hecho de que me llamase y quisiera saber de mí, después de los sustos que le he dado. Y por supuesto, he atacado y me he sentido atacado sin razón por la única chica que trata de comprenderme día a día, que está a mi lado aunque no esté aquí, y que siento que me quiere tanto como yo a ella.

No sé si es porque llega la Semana Santa, una buena época para pedir perdón, o porque ayer me cagué en todo después de comprobar que nadie salía de marcha y me metí en la cama pronto y encabronado, lo cual me sirvió para reflexionar. En cualquier caso, os pido perdón a todos, no tengo excusa, pero espero que sepáis perdonarme.

Dedicada a todos los que iluminsid mi vida: http://www.youtube.com/watch?v=TPN-PBjKyy4