viernes, diciembre 31, 2010

Naturaleza Urbana

Camino hacia la Catedral. He quedado allí con mis amigos y la temperatura suave de una tarde con el cielo plomizo se presta a dar un paseo. La música que suena en mis auriculares me hace ir a buen paso mientras medito sobre la dichosa navidad, la locura de las compras y la añoranza de quienes no están aquí cerca para disfrutar de ellos. Unas cervezas no vendrán mal.

Llego al punto de encuentro con diez minutos de adelanto así que busco un banco libre. Encuentro uno que justamente mira de frente al imponente edificio gótico que domina la ciudad de León desde su atalaya. Siempre que quedo, y llego con un poco de margen, me gusta contemplar su majestuosidad y me imagino como sería para un ciudadano del siglo catorce observar semenjante gigante de piedra cuando por aquella época el edificio más alto no superaba las tres plantas. Imagino el barro en las calles y los suaves destellos de la luz de las velas el altar que se filtarían por las vidrieras dándole un aspecto casi fantasmagórico en las frías noches de invierno. Imagino a feligreses, beatas de misa diaria y peregrinos entrando para rezar o simplemente para empaparse de su inmensidad y belleza. En fin, me teletransporto a otros mundos pasados y me evado de mis problemas terrenales en un lugar dedicado a todo lo celestial.

Por otro lado, cuando la imaginación tan propia del niño que tengo a flor de piel, se ve tapada por el adulto que soy en realidad, establezco un juego más realista con la Catedral. Ella se me muestra con todo su esplendor y yo trato de encontrar cada día algún detalle nuevo que no había contemplado hasta ese momento: las letras grabadas en una torre, las ventanas en forma de trébol o los cuernos de la gárgola. Pero ayer me sorprendí gozando con uno de sus habitantes.

Sentado en el banco con la música relajando mi mente y mirando hacia arriba con la boca abierta descubro en el reflejo de la luz de una farola el aleteo de una polilla. Inmediatamente su vuelo llama mi atención (una polilla en invierno) y fijo mis ojos en ella dejando a mi Catedral de lado por un momento. El insecto volador está frenético, me quito un auricular, luego el otro, y entre todo el gentío oigo claramente el chillido de un murciélago que en un instante ya se ecuentra persiguiéndola. Supongo que ha salido de su letargo invernal con las altas temperaturas de los últimos días.

Ambos bailan la danza de la vida y de la muerte y parece que lo están haciendo para mí. Nadie los mira en toda la plaza, sólo yo. El espectáculo de la naturaleza urbana en su más puro estado se me presenta como un regalo navideño y me siento un privilegiado. La bailarina quiebra una y otra vez al depredador, pero el ecolocalizador del mamífero impide que se distancie mucho de él. Revolotean de un lado a otro y al cabo de un par de minutos el quiróptero gana la batalla y se lleva a su presa hacia la oscuridad de algún escondite catedralicio.

Increíble, solo me falta aplaudir. En ese momento veo a lo lejos como se acerca hacia mí uno de los amigos con los que había quedado.

Os dejo con el baile del pato:
http://www.youtube.com/watch?v=5zfrvhii6GM&feature=related

sábado, diciembre 25, 2010

Historias de amor

Hace un tiempo me regalaron una novela de amor. Cuando el libro cayó en mis manos comencé a leerlo con avidez ya que la persona que me lo había entregado es muy especial para mí y además me había hecho un comentario acerca de él: "Es la historia de amor más bonita jamás contada".

Imaginaos, con semejante crítica, "El amor en los tiempos del cólera" se convirtió rápidamente en mi lectura prioritaria aunque reconozco que en un primer momento me echó para atrás, puesto que las novelas de amor no me llaman especialmente la atención. Soy más de intrigas policiales, novela de historia medieval española, prehistórica o misterios y enigmas antiguos. Sin embargo tras las presentaciónes de los personajes principales, la historia se hizo fluída y amena.

Al principio leía un montón de páginas al día ya que lo que pretendía era avanzar en la trama, saber como se resolvía el triángulo amoroso entre el doctor Juvenal Urbino, Fermina Daza y el enamorado sin respuesta, Florentino Ariza. Incluso llegué a llevarme el libro al instituto para leer mientras mis alumnos hacían el examen que les había puesto. Siempre tenía un montón de tarea pendiente: preparar sesiones para el día siguiente, montar un Power Point para que los chicos entiendan de una forma más visual qué es un Movimiento Rectilíneo Uniformemente Acelerado o corregir cuadernos y trabajos. Pero casi todos los días sacaba un rato para leer y así poco a poco me metí de lleno en la historia.

De lo que no me dí cuenta hasta que pasaron unas sesiones de lectura a la luz de la triste lámpara de mi mesita, es de que cada vez el tiempo me cundía menos en cuanto a páginas leídas. Hacía mucho que no me ocurría esto con un libro, realmente estaba paladeando cada palabra, cada frase en la que Gabriel García Márquez describía los desgarradores sentimientos de Florentino hacia Fermina o los escarceos pseudo-amorosos de Juvenal Urbino. Ya no me importaba tanto avanzar, como apreciar lo finamente que hilaba el escritor y así el fin del libro se me ha ido dilatando en el tiempo hasta que lo he terminado hace a penas tres días.

Sin duda una buena lectura en cualquier momento del año, pero ahora que muchos estáis pensando en qué regalar estas navidades, os recomiendo que os acerquéis a una librería y compréis este libro. Seguro que no falláis. Os dejo con un breve pasaje que refleja a la perfección la maestría en la descripción de sentimientos de García Márquez:
Le rogó a Dios que le concediera al menos un instante para que él no se fuera sin saber cuanto lo había querido por encima de las dudas de ambos, y sintió un apremio irresistible de empezar la vida con él desde el principio para decirse todo lo que se les quedó sin decir, y volver a hacer bien cualquier cosa que hubieran hecho mal en el pasado.

Si queréis más, ya sabéis "El amor en los tiempos del cólera" y puestos a dar consejos, no os dejéis las cosas sin decir nunca para que no os pase lo mismo.
Que paséis una muy feliz navidad.

Y si ponéis esto de fondo mejor que mejor:
http://www.youtube.com/watch?v=Z_F39ziI2_o

lunes, diciembre 13, 2010

No estamos tan mal

Publica hace unos días el diario ABC (que llega a todos los institutos de forma gratuita y en cantidades industriales, no sé por qué) que según el último informe PISA de la OCDE, Castilla y León se sitúa como la Comunidad Autónoma con mejor comprensión lectora de España y empatada en el primer puesto con Madrid en cuanto a matemáticas y ciencias. Como diría el ex-presidente del Barça, Joan Laporta, no estamos tan mal!!

Lo cierto es que en la anterior entrada me quedé agusto despotricando sobre las innumerables faltas de ortografía y de expresión escrita de mis alumnos, pero como digo siempre que alguien me pregunta si de verdad los chicos son tan burros: no es tan fiero el león como lo pintan. Los que destacan son precisamente ese grupo de tontines que se dedican no hacer nada dentro del aula y menos fuera de ella, pero en esa clase (y en todas) existen alumnos que son potencialmente muy buenos. El problema es que de ellos nunca se habla, y a menudo son marginados por sus compañeros por el hecho de ser más inteligentes o más trabajadores, e incluso por el profesorado. Sí, sí por el profesorado que siguiendo la dichosa normativa LOE trata de integrar a todo el alumnado en el aula y en la materia metiéndolos en el mismo saco, el saco que yo llamo saco de la mediocridad.

En dicho saco se encuentran las competencias básicas que todo alumnado debe adquirir al finalizar la etapa educativa de la ESO (cito casi textualmente la ley, al igual que un mantra nos lo hacen aprender) Pero nadie se acuerda de los conocimientos específicos de cada materia, nadie se acuerda de los alumnos que ya han adquirido esas competencias en primaria, que por otro lado es donde se deberían adquirir, y por supuesto, nadie se acuerda de fomentar la excelencia del alumnado que lo merece e incluso lo demanda. No, es mejor tener a 25 alumnos mediocres que en un futuro serán unos borreguitos más de esta sociedad, que mantener un nivel intelectual medio-alto en los diferentes cursos para que los chicos salgan bien formados, y el que no llegue no llega y punto.

Sé que éstas últimas palabras levantan ampollas en una sociedad que basa sus vidas en lo politicamente correcto y en la igualdad de todo y de todos, pero eso no es así. Desde mi humilde punto de vista es un error muy grave tratar de que todos los niños y niñas alcancen el mismo nivel porque lo veo sencillamente imposible, a no ser que se reduzca dicho listón hasta una altura que puedan superar hasta los más limitados. Creo que hacer eso sería caer en el engaño para el buen alumno, inteligente y/o trabajador, ya que demanda más y no se le da, y también para el limitado ya que se llevará el batacazo tarde o temprano, y cuando la realidad glopea, lo hace de forma dura y cruel.

En fin, como decía al principio y apropiándome de las palabras de otro, no estamos tan mal!!, pero no nos relajemos, aún queda mucho camino por andar. Sí, ya nos podemos equiparar a los países del centro de Europa e incluso a alguno situado más al norte, pero no lancemos las campanas al vuelo. Esto es solo una pequeña batalla ganada (por la que no dan medallas ni nada), pero la victoria final todavía está muy lejana.

Hoy esta porque me recuerda a tí:
http://www.youtube.com/watch?v=-9l5t3MWss8

jueves, diciembre 02, 2010

Cultura lectora

"Depurar es cuando limpias el agua para bolber a utilizarla porque hai poca"
Este es sólo uno de los ejemplos que me encuentro, casi a diario, y que muestra la maravillosa expresión escrita que poseen mis alumnos. Faltas de ortografía que se repiten una y otra vez en redacciones, trabajos y exámenes. Y no sólo eso, frases inconexas que no tienen sentido alguno, y que ni ellos mismos alcanzan a comprender cuando se las devuelvo y les pido que me las expliquen para ver si me entero de algo.

- Cuánta falta hace leer más! - exclamo para mí mismo.

El caso más flagrante con el que me he encontrado es el siguiente: corrigiendo un examen me topo en un ejercicio en el que debían identificar si las frases eran verdaderas o falsas, con que uno de mis iluminados alumnos me pone "haccion", cuando en la frase en sí figuraba la palabra correctamente escrita (acción, se sobreentiende) Reacciono con un gesto de desaprobación que se oye en toda la sala de profesores. No me lo puedo creer, es que ni siquiera saben copiar, ¡manda huevos!

Desesperación sería la palabra correcta para definir la sensación que me invade en ese momento, pero trato de calmarme y reflexionar. ¿Cómo motivar al alumnado hacia la lectura, hacia una forma de hablar y de escribir correcta y elegante? No encuentro respuesta en mis archivos mentales, soy un profe de ciencias al que le gusta escribir y leer, pero es que yo lo he mamado desde pequeño. En mi casa no se leía demasiado, esa es la verdad, pero mi madre siempre abría un libro cuando se iba a la cama y todavía hoy lo hace, aunque cada vez más a menudo sustituye los libros por prensa rosa.

Con la desazón propia del educador frustrado llego a casa y después de comer me pongo a leer un rato. Quizá quiera resarcir a mis jóvenes discípulos cargando yo con la que debería de ser su tarea, pero lo cierto es que leo porque me gusta. De hecho, por la noche, ante la inoperancia televisiva para entretenerme y hacerme desconectar, me voy a la cama antes de lo previsto y retomo la lectura del último libro que me han regalado.

A la una de la madrugada me despierto con el libro apoyado en mis narices. Me he quedado dormido con las historias de amor de Fermina Daza y Florentino Ariza y el doctor Juvenal Urbino. El cansancio de los días de conducción en nieve y de zozobra educativa han podido conmigo, pero me siento agradecido por esa cultura lectora que mis padres me inculcaron de pequeño.

Mañana seguiré leyendo y tratando de que mis alumnos también lo hagan.

Hoy un lugar para imaginar y disfrutar:
http://www.youtube.com/watch?v=PqtB6amV6uE