lunes, abril 02, 2007

Favores y enemigos

Está más que comprobado que por los amigos de verdad, esos de los que tanto hablo, y de los que estoy muy orgulloso de tener a mi lado, se hace cualquier cosa. No importa el favor que te pidan mientras esté dentro de la ley, e incluso a veces si se sale de ella también lo haces puesto que le añades un factor de riesgo y emoción que sacia tu necesidad de adrenalina. Lo más normal es que sean favores sencillos, como llevarles a tal sitio o prestarles unos apuntes. En fin, tonterías que pese a no ser más que eso, se convierten en acciones que poco a poco van afianzando y estrechando una amistad que ha de durar muchos años. Pero no se debe olvidar una regla de oro, los favores que haces no tienen porque ser devueltos o recompensados. Para eso están los amigos y punto.

Por otro lado, y como siempre digo hay que diferenciar entre amigos y amiguetes (o colegas, compañeros, como os de la gana llamarlos, todos sabéis de lo que hablo) Pues bien, estos amiguetes también tienen el derecho de pedirte favores y tú estás en el tuyo de hacérselos o no. Pero como te han educado en los valores de honor, generosidad, altruismo y buen samaritanismo en general, acabas por realizar esos favores. Y al cabo del tiempo, llega el día en que le pides una concesión a uno de esos amiguetes tuyos al que en su día ayudaste con sus problemas, pero éste te da largas y mil excusas para no apoyarte en tus dificultades y eso jode. Vaya si jode, pero te resignas diciéndote a tí mismo que estás tonto porque como bien ya sabías los favores que haces no te los tienen porque devolver.

Ahora bien puede darse la situación contraria, un amiguete al que le has pedido un favor, lo realiza sin pensárselo dos veces sorprendiéndote gratamente e incluso haciéndote cavilar acerca de si el trato que le das es justo o no. Pero como una serpiente que fríamente espera su presa mimetizada perfectamente con el entorno para saltar sobre ella en cuanto tenga ocasión, tu amiguete que había pasado desapercibido, saliendo contigo y con tus amigos, hace un movimiento ágil y rápido, casi ofidiesco y te exige que le devuelvas el favor. Tú te quedas perplejo al observar como tu amiguete se cree con pleno derecho de exigencia ya que "se lo debes". No sabes como reaccionar y a menudo devuelves ese favor, aunque con mal gesto y la autoconvicción de no ser benevolente con nadie más. Vamos, una cosa es ser bueno y otra tonto.

Y yo pienso (a veces me sorprendo de lo que le doy vueltas al tarro) si estos favores se los haces a un enemigo tuyo que se cree tu amiguete, le tendrás atado de pies y manos para un futuro favor que puede ir en su contra. Así que en conclusión, a los amigos, favores, y a los enemigos, más aún.


No hay comentarios: