viernes, enero 28, 2011

De murciégalos y almóndigas

Llevo ya un tiempo en esto de la docencia y uno de los caballos de batalla que todo el profesorado comparte es corregir la pésima ortografía de nuestro alumnado. Este problema no es novedoso, si no que viene de antiguo, lo que pasa es que antes nos daban mucha más caña al respecto. Recuerdo los dictados de Mari Cruz, alias "la puticruz", que nos daba clase en séptimo de EGB, e incluso de "la mosqui" que nos dio unos años antes. Escribir el rollo infumable que se les venía a la cabeza en ese momento y hacerlo sin faltas de ortografía era condicion sine qua non para aprobar la asignatura de lengua.

Hoy en día este mundo ortográfico es casi utópico para el alumnado, y es fácil encontrarse con burradas como bibir, acia o estreya fujad. Lo peor de todo es que estas faltas no se sancionan, simplemente se corrigen en los trabajos o en los exámenes y se informa al alumno que las ha cometido de que eso está muy mal escrito, pero nada más. No suspenden el exámen ni mucho menos la evaluación o el curso, no sería nada pedagógico hacer eso, como tampoco lo es hacerles dictados ortográficos, menudo sufrimiento, pobrines.

Lo que ya no concibo, y me parece una auténtica aberración, es que el máximo organismo de letras españolas apruebe incluir en sus diccionarios dichas faltas de ortografía. Como lo oís, esta semana un compañero nos sorprendió en el café del recreo con la noticia: la Real Academia Española de la Lengua admite como buenas las palabras almóndiga, murciégalo y toballa entre otras. Inició el comentario con jocosidad, pero lo culminó con una coletilla en voz baja que sin embargo, sonó como un estruendo en mi cabeza "¡qué pena madre mía! a dónde vamos a llegar"

Imagino que como os habrá ocurrido a muchos de vostros al leer las líneas anteriores, me quedé estupefacto al escucharle y al principio no me lo creí, pero lo he comprobado y vosotros podéis hacerlo también, es verídico. Ahora resulta que voy a tener que estudiar la nueva ortografía española para corregir a mis alumnos, aunque ya puestos, no nos quedemos sólo en el umbral de la modificación de la cultura ¡que huevos! Yo propongo mejoras aún más sustanciales en nuestro idioma. Por ejemplo, suprimir la B y la V que suenan igual y ya puestos quitar la H que es muda y no sirve para nada. Lo mismo ocurre con la Y y con la LL y en según que casos con la Z y la C, sobre todo si va acompañadas de E o I. Y no podemos olvidarnos de la D y la Z final o de las tildes que realmente no sirven para nada mas que para tener que volver a repasar el texto una y otra vez por si se te ha olvidado alguna.

Por supuesto, cómo vamos a dejar que los chicos tengan que aprenderse mantras tan sesudos como los que nosotros repetíamos en la escuela:
- M siempre antes de B y P.

- Todos los verbos terminados en ger y en gir se escriben con g salvo tejer y crujir.

- Hasta con H preposición y asta sin H ¡cuerno señor!

No si al final acabaré por: inpartir clases de ziezias naturales i de violojia i jeolojia tratando de ke mis alunos aprendan lo masimo posivle a cerka de la bida.

En fin, señores académicos de la lengua, dedíquense a enriquecer nuestro lenguaje, a recoger las palabras que van aflorando en los nuevos tiempos asociadas casi todas ellas a las nuevas tecnologías, pero no se pasen de modernos porque lo único que consiguen es fomentar la incultura de una juventud que ya adolece de referentes en dicha materia. Adolescentes para los cuales leer un libro es un suplicio a la altura de una patada en sálvese la parte o una regla de las dolorosas de cojones (para que no me tachen de poco igualitario)

A lo mejor cantando y bailando: http://www.youtube.com/watch?v=484Ir0PFcyE

P.D. Mi compañero, el que nos contó la noticia, es muy jovial y se rie hasta de su sombra, así que nos acabó por contar una especie de chiste. No se lo digáis a nadie pero algunos alumnos tienen mote y hay uno que ya tiene dos nombres almóndiga y albóndiga, jajaja.

lunes, enero 24, 2011

Otros caminos

Cena en casa de Javi, nos juntamos los que estamos en León, y entre risas van surgiendo temas de conversación (a pesar de ser chicos hablamos de más cosas que de fútbol y chicas) De pronto la charla comienza a girar en torno a los viejos tiempos en los que disfrutábamos de las mieles de la vida universitaria. Las fiestas, los líos de unos y otros, y también lo cabrones que eran algunos profesores. Poco a poco deshojamos la margarita de los años y vamos haciendo un repaso por cada curso, casi por cada asignatura y cada práctica de laboratorio o de campo, según la rama escogida. Hasta que llegamos al momento actual en el que la facultad queda lejana.

Inevitablemente surge la incógnita y la curiosidad por saber que ha sido se nuestros compañeros. Nuestros caminos se separaron hace ya bastantes años y a muchos de ellos les hemos perdido la pista, pero de otros sabemos, aunque sea de oídas, vía facebook (para esto sí que están bien las nuevas tecnologías) o simplemente por transmisión boca a boca.

Parece ser que muchos están sin trabajo, estudiando oposiciones o incluso han abandonado su vocación de biólogos para dedicarse a los más variopintos trabajos en pos de la búsqueda de un futuro medianamente estable económicamente hablando. Solamente unos pocos han seguido sus ideales y están haciendo algo para lo que realmente han estudiando. Los hay que decidieron continuar con su vida universitaria pasándose al bando de los becarios a la caza de un título de doctor que les habilite como investigadores profesionales. Otros, los más peculiares e interesantes emprendieron viaje por el mundo en busca del sueño deseado: trabajar de biólogo, con todas las letras.

Cuando terminamos los estudios ya había alguno que pensaba en hacer el petate e irse a quemar la goma de las botas, aunque en realidad muchos se echaron para atrás. La inceridumbre ante lo desconocido mata, y los sueños ya ni te cuento. De los que lo intentaron, tenemos conocimiento de que uno se dedicó (y no sabemos si todavía lo hace) a recorrer Suramérica saltando de país en país y de beca en beca ,y otro, tras varios billetes de ida y ninguno de vuelta ha terminado como guía en un parque nacional keniata.

Me los imagino a los dos trabajando rodeados de los animales que yo sólo he visto en los documentales de la dos y en las guías de campo. Ataviados cual exploradores del siglo XXI, con sus prismáticos al cuello y sus pantalones desmontables manchados de barro de la selva amazónica o de polvo de la sabana africana, y en el fondo me dan un poquito de envidia.

Aquí sentado, en la soledad de mi habitación y con mi cabeza inundada de una gran frustración ante la inoperancia en materia motivadora de mis alumnos y del sistema educativo en general, me pregunto qué hubiera pasado si yo hubiera escogido otro camino, si hubiera decidido culminar la tesis que empecé en su día o si hubiera aceptado aquella oportunidad de trabajo/beca en Bolivia. ¿A vosotros no os pasa?

En fin, que sea lo que sea:
http://www.youtube.com/watch?v=dR-I3y_RZJc&feature=fvw

lunes, enero 10, 2011

Nuevos matices

"No soporto a las niñas que todas las canciones les recuerdan a algo" Así rezaba el comienzo de una estrofa de Hombres G (del título de la canción ya ni me acuerdo). Sin embargo, yo soy de la opinión que las canciones implican recuerdos, quizá no todas las que has escuchado a lo largo de tu vida, pero sí muchas de ellas. ¿Quién no ha rememorado el primer baile con aquella chica del instituto gracias a la canción que sonaba en ese momento, o la emoción de la escena final de una película al escuchar de nuevo su banda sonora?

El oído es uno de los órganos de los sentidos que se encuentra más cercano al cerebro, un peldaño por debajo del olfato que no necesita nervios ,ni ningún otro tipo de vía de comunicación con el encéfalo ya que se encuentra unido directamente al mismo, y nada menos que en su zona más ancestral y primitiva, la que controla los instintos más básicos. Pero del olfato ya he hablado en esta bitácora, hoy toca el oído.

No me considero con un oído demasiado fino, de hecho soy un negado para la música y cada vez que he intentado tocar un instrumento he terminado frustrado y malhumorado. Pero si que tengo buena retentiva para las canciones y mi cerebro, sin quererlo yo, asocia esa música con el momento que viví mientras la escuchaba. Algo que parece sencillo, pero también hace otras cosas, las relaciona con mis estados de ánimo, con situaciones personales momentáneas a las cuales a penas les había dado importancia o incluso, con situaciones ficticias que solamente han tenido lugar en mi imaginación. Así gracias a mi oído tengo lo que yo llamo, la banda sonora de mi vida (Punset lo llama sinergia)

En esa banda sonora hay muchísimas canciones como podréis fácilmente imaginar. Algunas de ellas son en español, otras en inglés y muchas de ellas simplemente son instrumentales. Pero algo curioso me pasó con una de ellas cantada en el idioma de la gran bretaña. Su ritmo me parecía bueno, era armoniosa y sin embargo, no sé por qué no me gustaba, me parecía triste. En cambio, el otro día zapeando dí con una serie que tenía buena pinta y me quedé viéndola. La pena es que terminaba en ese momento y lo hacía con una canción, podéis imaginar cuál. El caso es que al ver los subtítulos le encontré un nuevo sentido.

Con mi más que deficitario inglés había entendido que hablaba de desamor y nada más alejado de la realidad. Habla de dos personas convertidas en una, de un amor tan fuerte que duele cuando se piensa que se va a perder sin saber por qué. Ahí estaba el matíz, ese que por falta de entendimiento anglosajón no había podido captar.

Simplemente me quedé alucinado de como cambiaba la cosa y ahora lo comparto con vosotros. Id al minuto 38 con 45 segundos
http://www.megavideo.com/?s=seriesyonkis&v=IQAVOMT8&confirmed=1