domingo, marzo 29, 2009

Emotivas despedidas

Cuando decidí meterme en esto de la docencia, tenía la cabeza embotada de tantas deliberaciones. Era mucho lo que tenía que dejar atrás y debía jugármela a una sola carta, la carta de las oposiciones, la cual no siempre es un as del palo que pinta. Sin embargo ahora puedo decir que la decisión fue acertada y todo se lo debo a mis alumnos del instituto Vela Zanetti de Aranda de Duero y por supuesto, también a algunos de mis compañeros profesores.

Este pasado viernes fue mi último día de clase en dicho centro y sabía, o al menos intuía, que mis chicos iban a preparar algo especial para despedirme, pero jamás había soñado ni por asomo, que fuera a ser algo tan maravilloso. Muchos fueron los regalos: una taza del cambio climático (muy acorde para un profe de ciencias), un elegante sombrero (para cambiralo algun dia por la boina), una chapa de la suerte (siempre necesaria), un par de peluches (para hacerme sonreir), muchas cartas emotivas y una esclava de plata. Sí! todos los alumos de 1º B de la ESO, con sólo 11 y 12 años (algunos más) se pusieron de acuerdo para comprármela, increíble!!

Sin duda, el mejor regalo que pudieron hacerme fue uno que yo sólo había visto en las películas. Después de abrir todos los papeles de colores, de emocionarnos juntos escuchando canciones melancólicas que decían que les recordaban a mí, y después de que lloraran como magdalenas y encogerme el corazón, después de todo eso tocó el timbre y viví una experiencia que jamás olvidaré. Cuando iba a salir por la puerta comenzaron a aplaudirme, y este gesto se repitió en todas las clases a las que tenía que acudir ese día. No sólo eso, los alumnos de otras aulas en las cuales yo no explico materia alguna, también aplaudían. Fue como un sueño, ya os digo, parecía una película, no me lo podía creer, fue impresionante.

Por la tarde y tras quedar con los chicos de la pulsera para agrandarla un poquito, emprendí el largo y duro camino a casa. Dicen que cuando unas puertas se cierran, otras se abren, pero yo todavía no estoy seguro de que las nuevas puertas vayan a dar paso a una bonita habitación o a un horroroso zulo. Ya en el coche me dí cuenta de que tenía que pasar una página más del libro de mi vida, pero pesaba mucho, casi casi no podía con ella. Me agarrotaba el cuerpo, la congoja bolqueaba el alma y me apretaba fuerte el corazón, así que no pude aguantar más, llevaba todo el día haciéndolo y mi mente dijo basta, una lágrima inundó mi ojo derecho y a esa le siguieron muchas otras.
Nunca olvidaré estos meses en Aranda, han sido de los mejores de mi vida, y por supuesto, nunca olvidaré a mis primeros alumnos en esta carrera docente que he elegido. Ellos han hecho que sienta que tomé la decisión acertada y que me sienta un profesor querido y respetado. No me queda más que darles las gracias!!

Canción con la cual en 1º ESO A todos abrazos se me echaron a llorar.

domingo, marzo 22, 2009

Éirinn go brách

El martes pasado fue el día nacional de Irlanda, el día en el que se celebra su fiesta más importante, 17 de marzo Saint Patrick. Millones de irlandeses en todo el mundo salieron de sus casas con atuendos de color verde y tréboles buscando cerveza con la que regar sus sedientas gargantas. Pero era una fiesta contenida, la gran explosión debía llegar este sábado 21 de marzo, Irlanda se jugaba el Trofeo Seis Naciones de rugby en Cardiff ante Wales.

Inicialmente partía con ventaja, le valía incluso la derrota por menos de trece puntos para alzarse con la copa, pero los irlandeses no somos así, y aquí me incluyo porque como sabéis, siempre digo que tengo alma irlandesa. Salimos a por el partido, pero dos golpes a palos del capitán galés Stephen Jones pusieron a su selección con una ventaja de seis puntos en el descanso.
En la reanudación Irlanda salió con el cuchillo entre los dientes, no podía volver a repetirse la historia, demasiados años fallando en el último instante, pero esta vez no!! Esta vez todo era diferente con una generación de jugadores espectacular capitaneados por Brian O'Driscoll. Precisamente fue el capitán quien inició la remontada con un ensayo increíble en el que derrochó fuerza y pundonor para vencer a la defensa roja.

Poco después otro ensayo, ésta vez de Tommy Bowe, puso al quince del trébol con una cómoda ventaja que fue dosificando hasta los últimos cinco minutos. Wales apretaba y se había puesto 12-14, de pronto y tras una larga jugada de ataque el "melón" le llegó a Jones que con un fabuloso drop puso por delante a Wales 15-14. No importaba para el Seis Naciones, Irlanda tenía ventaja suficiente, pero el orgullo estaba herido. Una victoria así no merece la pena, además estaba en juego la Triple Corona, un trofeo que juegan los cuatro equipos británicos entre sí y que de esta manera caería en manos de los galeses, y por supuesto el Grand Slam que supone ganar todos los partidos del torneo.

El golpe había sido duro, pero los chicos de verde no se rindieron y en la siguiente jugada, el máximo anotador en la historia de la selección irlandesa, Ronan O'Gara, le pagó a Wales con su misma moneda. Un drop prefectamente ejecutado puso de nuevo a Irlanda con dos puntos de ventaja a falta de tres minutos. Tocaba defender a muerte y así lo hicieron, pero cometieron un error, dejaron un resquicio para la esperanza de los dragones, un penalty en el último minuto desde casi la mitad del campo. Y tras 61 años de sequía, Jones no pudo aguarle la fiesta a Irlanda como seguramente hubiera deseado, falló, y el Seis Naciones pasó a manos de los chicos de O'Driscoll (a la postre nombrado mejor jugador del torneo). Y no sólo eso, también ganaron el Grand Slam y la Triple Corona.

Yo desde mi casa empujé como un irlandés más y siento esta victoria un poco mía. Todos los lunes tras un fin de semana de partidos iba a clase con la camiseta de la selección verde que me regalaron mis amigos. Era mi pequeño homenaje a estos chicos que juegan tan bien al rugby, y por supuesto este lunes volveré a ir con ella, luciéndola orgulloso.



Cómo dicen los irlandeses en gaélico Éirinn go brách, que significa ¡¡Irlanda para siempre!!

martes, marzo 10, 2009

Aves de paso

Situación anticiclónica en el país, temperaturas suaves para la época del año en la que estamos (en torno a 16 grados a mediodía), cabeza embotada tras la correción de exámenes y tarde dominical despejada, sin ningún plan a la vista. Así me encontraba este domingo mientras que, asomado a la ventana del piso que tengo alquilado en Aranda, tomaba un café y observaba la luminosidad del día reflejada en las ventanas del edificio de enfrente.

Ante tal prespectiva surgió una idea, salir a dar un paseo por el monte. Algo que en León no me hubiera supuesto ningún problema puesto que conozco bastante bien el norte de la provincia y sólamente hubiera tenido que calzarme las botas y salir pitando. Sin embargo, aquí tuve que sopesar las horas de luz, mi capacidad de orientación y el escaso conocimiento del territorio. Pero las ganas pudieron más que las dudas y, armado con mis prismáticos y una guía de rutas de pequeño recorrido de la ribera burgalesa que me ha regalado una buena amiga hace poco, decidí salir a dar una vuelta.

A escasos seis kilómetros de Aranda hay un pueblo llamado Villalba en el que, según la susodicha guía, hay una ruta que tiene todos los alicientes para pasearla y disfrutarla. La senda, tras atravesar los campos de cultivo aledaños a la población y una pequeña mata de coscojas, se adentra en un carrascal relativamente bien conservado en el que el aroma de los pinos inunda el ambiente, incluso por encima del fuerte olor que desprende una granja de cerdos que no debe andar muy lejos.

Al cabo de un rato caminando la ruta gira a la derecha en dirección suroeste dejándo atrás los olores arrastrados por el viento en dirección opuesta, y dándose de bruces con una serie de lagunas artificiales, que son el resultado de antiguas graveras abandonadas e inundadas a posteriori debido, en gran parte, a que el nivel freático se hace casi superficial. Allí han encontrado asiento algunas aves acuáticas como fochas, ánades azulones y zampullines. Incluso dicen que si se tiene paciencia se puede observar al escurridizo avetorillo común, pero esta vez no hubo suerte para mí.

Cuando ya me iba a ir a casa, con un sabor agridulce por no haber visto ningún pájaro interesante un ruido extraño me hizo elevar la vista hacia el azul del cielo, y allí las encontré. Un bando de 14 grullas volaba en dirección oeste cumpliendo un año más con el ritual de la migración de regreso a sus zonas de cría en el norte de Europa. Nunca antes me había topado con esta majestuosa ave y gracias a ella el sabor de la tarde se tornó dulce y meloso como un buen pastel de chocolate.

De camino a casa una sensación de satisfacción me invadió al haber superado al tedio y a la pereza. La tarde había merecido la pena, vaya que sí!


Aves de paso

martes, marzo 03, 2009

Etología de instituto

Se levantó algo nervioso, el timbre acababa de sonar y su cuerpo, invadido por las hormonas, le pedía a gritos salir de aquella horrible jaula en la que se encerraba todos los días por propia voluntad. Sus músculos, tensionados ante la espectativa de la huída; su cerebro recogiendo información a duras penas más ocupado en disipar la neblina que cubría el córtex emocional; los órganos de los sentidos deslumbrados ante la idea de la visión angelical y embriagados por el aroma de una niña convertida ya en mujer. Era un animal dispuesto a todo.

Al fin en el pasillo se apoyó en la pared intentando disimular su ansiedad, pero su pierna derecha doblada y la inmensa tensión que esta postura generaba en el cuadriceps le delataban. Masticaba chicle de forma enfermiza tratando de aliviar el manojo de nervios que obliteraban su estómago, sin darse cuenta de que lo único que conseguía era tensionar los maseteros y con ello incrementar el dolor punzante que sentía en las sienes. Al igual que un depredador espera impaciente que aparezca su presa favorita por su territorio, él la esperaba a ella. Pero no era ningún depredador, ni mucho menos, como mucho un león sin valentía como el del cuento de "El Mago de Oz"

Tras unos interminables minutos, ella cruzó la puerta de acceso al pasillo donde se encontraba el aula de informática. Cómo un buen cazador, él había estudiado las costumbres de la causante de sus ansias y sabía que tarde o temprano pasaría por allí. Ella avanzó a través de la maraña de cuerpos incandescentes por la potencia de los calefactores que trataban de contrarrestar la dureza invernal y se paró delante de él en un acto de lucimiento orgulloso y altivo. Le sonrió y le saludó a sabiendas de que con quien se enfrentaba no era ningún gran felino, si no más bien un gatito domesticado. Demasiada carne para tan poco colmillo pensó.

Después de que la sangre de su cabeza se concentrara en la parte superficial de la piel de su cara, realizando una vasodilatación exagerada y tiñendo de color carmesí sus mofletes, no pudo más que balbucear algo parecido a un saludo, o algo así, lo cierto es que no se oyó demasiado bien entre el alboroto del pasillo. La vergüenza se adueñó de su cuerpo y fue secundada por un par de competidores que se mofaron de él ante tan cruel derrota incrementando el tono de voz para que todos los animales del pasillo lo oyeran.

La derrota de quien no hace nada por caer derrotado es más derrota que la del que intenta no salir derrotado, y acude a la contienda como un valiente, con todas las armas de las que dispone, aunque sean pocas.