martes, junio 12, 2012

La tormenta

Llueve, y esta vez lo hace con violencia. Los goterones golpean con tanta fuerza las tejas y el vidrio del tragaluz que me sacan del profundo sueño en el que, al fin, había caído.

Son las tres de la madrugada y a penas llevo acostado un par de horas. Resignado me levanto de la cama y justo antes de contactar con el interruptor un relámpago ilumina la habitación. El fogonazo ha sido potente, pero prácticamente al instante el ruido producido por el trueno hace vibrar los cristales de la habitación. La tormenta está justo encima de la ciudad, así que esto va para rato.

No entiendo como semejante estruendo no me ha despertado antes, aunque, quizá fuera uno de esos estallidos sonoros el que me soltó del suave abrazo de Morfeo. La incensante lluvia se habría encargado entonces de rematar la faena desvelándome por completo.

En cualquier caso me he despertado y el dulce remanso de paz en el que me hallaba sumido se ha esfumado del todo. No es que estuviera teniendo una visión idílica del paraíso terrenal con una supermodelo acariciándome mientras disfruto de un mojito en una de esas playas de arena blanca del Caribe, ni mucho menos. Simplemente, después de mucho tiempo sin hacerlo, estaba durmiendo tranquila y relajadamente. Todo un logro para mí.

Supongo que la culpa de todo la tienen los calores de los últimos días (demasiado elevados para la época del año en la que nos encontramos) Toda esa concentración térmica ha terminado por explotar en una tormenta rebelde y tozuda que no me deja dormir. 

Decido bajar a beber agua, con tanta cayendo ahí afuera, me ha entrado sed. Dos vasos de un trago y vuelvo a la cma con la intención de dormir profundamente. De hecho, bajo la persiana y me pongo los tapones de los oídos que siempre tengo a mano, pero la maldita lluvia ha conseguido que mis ojos permanezcan abiertos como los de un cárabo que otea el horizonte nocturno en busca de presas frescas. Sin embargo, la única presa que logro cazar soy yo mismo. Con el desvelo, la tormenta se desata en mi cabeza que comienza a funcionar a todo ritmo. 

Los pensamientos se suceden uno tras otro como en una de esas viejas películas en blanco y negro, esas en las que se aprecia el paso entre fotograma y fotograma: comentarios de mi familia sobre mi edad y mi soledad, incertidumbre sobre mi futuro laboral, recuerdos de mi abuelo, fallos pasados, demasiados errores, análisis de inoperancia e inhabilitación sentimental, ¿huída a través del deporte?, ¿eso es bueno o malo?...Suena el despertador!!