martes, abril 21, 2009

Colores intensos

Como cada primavera la naturaleza representa un espectáculo digno del mejor de los teatros, aunque el escenario donde se es aún más increíble. Una obra apta para todo tipo de público y gratuita, lo cual es importante en los tiempos que corren. La magia tomada como hilo argumental sirve a los actores principales como sendero en medio de un bosque tupido, mientras que los secundarios toman parte en la escena de un modo sorprendente y enriquecedor, aportando matices y colorido.

La obra a la que me estoy refiriendo es el crecimiento del cereal en los campos de cultivo que gracias a la magia de la fotosíntesis llena de verdor el paisaje. Un paisaje que hasta hace poco tiempo se presentaba seco, árido, casi gris, recobra vida gracias a la energía del sol y a la acción de una pequeña molécula llamada clorofila que, asociada con diversas proteínas en los fotosistemas, realiza la mayor hazaña del mundo de los seres vivos.

Los campos de trigo, avena y cebada se convierten en suaves alfombras verdes durante el mes de abril y son el reflejo de la esperanza en toda su amplitud. Las aves, actores secundarios en este caso, aportan el contraste de color rompiendo el mosaico de distintas tonalidades según el tipo de cultivo y dotanto de una energía aún más intensa la paisaje. Y al igual que ha surgido la esperanza en las tierras, también ha aparecido en mi vida la semana pasada como una espectativa casi casi adolescente de reencuentro

La esperanza dió paso a la ilusión, y la ilusión a la emoción del abrazo tantas veces deseado. Los días habían sido lluviosos, fríos y tristes mientras ansiaba que las agujas del reloj se movieran más rápido. Cómo en una película americana de la cual no recuerdo el nombre, el destino parecía ponerse en mi contra y las horas corrían como a cámara lenta, incluso, por momentos, parecían ir marcha atrás. Y por fin, la esperanza fue poco a poco dando paso a la ilusión, y la ilusión a la emoción del abrazo tantas veces deseado.

El fin de semana llegó y una maravillosa artista del pincel pintó esos tres días con una paleta de colores que hacía largo tiempo que no aprecía en mi vida. Entre ellos, por supuesto, se encuentra el verde de la esperanza, de la espectativa, del sueño inacabado que deseo seguir viviendo. Y cómo en el caso de los cultivos cerealistas, para que la magia se siga produciendo es necesario seguir una sencilla receta: cocinar a fuego lento y dejar que la naturaleza siga su curso de forma tranquila y sencilla sin olvidar que todo cultivo necesita de unos cuidados básicos para su correcto desarrollo.


PD: A los que hacéis comentarios en este blog os agradezco enormemente que lo leáis, pero os pido que por favor los firméis para saber quién me dice las cosas. Gracias.

sábado, abril 11, 2009

Cambios bruscos

Comenzó el mes de abril, para los seguidores del grupo de rock La Fuga, sin duda, un mes horrible y maldito que no te deja ser feliz. Para mí, un mes en el que me ha tocado vivir uno de los cambios más bruscos de mi vida.

Tras dejar atrás el Vela Zanetti y quedarme con unos hermosos recuerdos que jamás olvidaré, me había hecho a la idea de que no iba a volver a trabajar hasta después de las anheladas vacaciones de Semana Santa. Pero el mes de abril es caprichoso, una lluvia torrencial puede caer tras unas horas de sol abrasador, y eso fue lo que ocurrió. Tuve que salir pitando a Burgos para cubrir una baja en el Bachillerato nocturno y mientras conducía por la autovía iba cavilando qué iba a hacer con mi vida durante este maldito mes.

Las clases post meridian tienen sus ventajas, al menos sobre el papel. Hay muy pocos alumnos por clase y aquellos que asisten lo hacen porque realmente les interesa la materia, con lo cual, los problemas de disciplina no son habituales. Por contra, las tardes en un instituto de ciudad son solitarias y aburridas, sobre todo cuando a los alumnos les da por no aparecer por clase, como me ha sucedido los primeros días que estuve allí. Los pasillos se vuelven lóbregos y la sala de profesores adquiere un aire tétrico vacía y oscura como está.

Sin duda, lo peor de todo son las mañanas, para una persona con un principio de hiperactividad (aunque sin necesidad de medicación) como yo, el hecho de no tener absolutamente nada que hacer es un auténtico fastidio. Lo que para otras personas sería un paraíso tan deseado como un oasis en medio del desierto del Namib, para mí es un lago de sal que reseca aún más el ambiente evaporando hasta la última gota de alegría de mis entrañas. Las agujas del reloj caminan lentamente como si un lastre enorme las impidiera avanzar y el cuerpo me pide caña, chavales gritando, ojos mirándome atentamente mientras explico la materia, manos alzadas para ponerme a prueba con mil preguntas diferentes. En dos palabras, me pide docencia mañanera, en horario normal.

Después de un largo proceso de autocontrol y autoexploración, de muchos nervios atenazados en mi estómago, de perder algo de peso ante la incapacidad para meter nada sólido en mi estómago y de derramar alguna lágrima que otra he logrado asumir el cambio. Ya sólo me falta habituarme a él y aunque pienso que es algo que no lograré jamás, trato de ser positivo y aprecio la cantidad de tiempo libre que voy a tener para realizar tareas que siempre he querido hacer. Pondré en marcha nuevos proyectos y uno de ellos me embauca de una manera especial, escribir un libro. Decía en mi anterior entrada que cuando una puerta se cierra otra se abre, pues voy a abrir ésta, hace ya bastante tiempo que estoy frente a ella agarrotado ante la posibilidad no hacerlo todo lo bien que yo quisiera, pero ha llegado el momento de caminar con paso firme.

http://www.youtube.com/watch?v=JfPp5g1sG-w&feature=related