domingo, mayo 20, 2007

Los Petersellers

Después de un viaje algo tedioso y una parada técnica para disfrutar de las excelencias primaverales de los verdes cultivos cerealistas de la estepa castellana, al fin llegamos a Aranda. Las envolventes de fin de semana se han convertido ya en un ritual de la familia brecil y esta vez la excusa para salir de León era perfecta, un concierto de nuestro buque insignia en cuestiones musicales, Los Petersellers.

Al entrar nos dimos cuenta de que íbamos a pasar calor debido a las escasas dimensiones del local, pero todo daba igual con tal de escuchar las canciones que tantas veces hemos cantado "juntos en un haz". Pese a que llegamos un poquito tarde, la actuación no había comenzado y no nos fue difícil alcanzar la primera fila. Con una cerveza en la mano y el sudor empezando a resbalar por la frente sonaron los primeros acordes de "Somos los Petersellers".

"Un comportamiento extraño" se adueño de nosotros mientras saltábamos y cantábamos las letras al viento. En nuestras mentes comimos lechón en Segovia, nos compramos un rotulador indeleble, dejamos que Uma Thurman nos tocara la banana y nos reímos del intelectual. Así se fueron sucediendo un tema tras otro hasta que hubo que llamar al quinto componente del grupo, el Casiotón (o Casiotone como prefiráis). Increíble el momento del acoplamiento, todos a una voceando hasta que la música sonó.

Mientras Niki Lauda planchaba la oreja y Mazinger Z luchaba contra el poder y la maldad, nosotros íbamos por la cuarta ronda de cervezas. Amore fue una cabronada inocente que les hicimos a los componentes del grupo, pero supieron salir del paso. Con el gel lava mi piel y Jhonny_Weismuller nos terminaron de conquistar. Y llegó el momento culminante de la noche, nos unimos en un haz pétreo de amistad donde todo gira y se reverbera cantando emocionados la Petercanción de amor.

Y no terminó ahí, la fiesta siguió por las calles y los bares de Aranda. Con nuestras narices rojas y la vena monitoril aflorando disfrutamos como enanos. Y es que muchos dicen que estas envolventes son una locura, y es verdad. Pero a veces esas locuras sirven para vivir momentos de felicidad plena.

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