jueves, marzo 15, 2007

La belleza interior

Nunca he dejado de creer en lo que decía la película de La Bella y La Bestia: la verdadera belleza está en el interior. Sé que pensar esto en los tiempos que corren es de ilusos, ya que hoy por hoy se valora infinitamente más la belleza física (efímera por otra parte) que la interior. Pero la naturaleza me ha dado un toque de atención para que no se me olvide.



Todo tiene que ver con Pisolithus arhizus. Es un hongo forestal que habita en bosques tanto de caducifolias como de gymnospermas, y de apariencia poco llamativa. Vamos que es feo de cojones, se parece a una especie de patata vieja, arrugada y pocha. Pero esta apariencia exterior encierra algunas sorpresas en el interior, no en vano este hongo es uno de los más importantes como micorrizador de especies naturales, autóctonas y de repoblación. Ayudando a crecer con vigor y energía a los árboles que forman los bosques más hermosos del paisaje leonés, los cuales atravesamos los locos de la montaña como yo, mientras disfrutamos de las vistas obviando la presencia de nuestro feo amigo. No sólo eso, también exuda un jugo parduzco que se usa como tinte desde tiempos remotos y ultimamente, se está experimentando con él como inmunodepresor en el tratamiento de numerosas enfermedades como el cáncer.



Por otro lado, y ya entrando en el interior del mismo, al cortarlo por la mitad, este hongo nos muestra su verdadera belleza interior. De repente, a través de las hifas empapadas de agua se cuela un rayo de sol que atraviesa una serie de gránulos denominados pseudoperidiolos y se produce un brillo celestial reflejando todos los colores del arco-iris. No sabes como, pero esa especie de patata podrida ha llenado de alegría tu vista y tu alma con su despliegue cromático. En ese momento te das cuenta de que lo que realmente importa es lo que llevamos dentro.



Así que si aceptais un consejo, intentad encontrar la belleza interior en aquellos que os rodean, la exterior es efímera y no te llena tanto.

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