sábado, marzo 13, 2010

Don Miguel Delibes

Allá por octubre de 2008 escribía en este mismo blog sobre las chicas a las que había ninguneado durante mi etapa de estudiante, cegado por el amor no correspondido que profesaba a una de las chicas más polulares del centro. El caso es que la piedra de toque para hablar de ellas había sido la búsqueda en mi caja de libros de Tres pájaros de cuenta, con el fin de utilizarlo en mis clases. Mientras rebuscaba me había topado con un diario que escribía en el instituto y en el que me centré en aquella entrada, sin saber que poco tiempo después iba a tener que hablar del libro en cuestión, casi obligatoriamente.

Tres pájaros de cuenta fue mi descubrimiento en la infancia de un autor español imprescindible. Por supuesto me estoy refiriendo a Don Miguel Delibes recientemente fallecido. Su descripción de las costumbres del cuco, la grajilla y el cárabo observadas durante la niñez en el pueblo son parte de mi acervo cultural y sin duda una de las causas por las que yo también observo a las aves. En mi mente quedó grabado lo mal bicho que era el cuco al poner los huevos en el nido de otros pajarillos más pequeños como el petirrojo o las currucas para que ellos los sacaran adelante. Hoy lo veo con otros ojos, desde un punto de vista de ecología y supervivencia, pero sin duda en mí queda el recuerdo de aquel naturalista que describía con primor los paisajes de su tierra.

Después, en el instituto, llegó la hora de leer Los santos inocentes. Desde mi punto de vista su gran obra maestra,que mostraba la vida en un cortijo extremeño en el cual la diferencia de clases entre los señores y los críados servían de hilo argumental. Aquel libro me enganchó desde el primer momento, los personajes estaban tan bien formados que era imposible no introducirse en sus historias cotidianas. ¿Quién que haya leído el libro no se acuerda de Azarías?, el retrasado mental amante de las aves y sobre todo de su milana bonita. Por no hablar de Paco el Bajo, hombre que cuida de su familia y del cortijo del señorito Iván al que rinde una especie de vasallaje que en realidad, disfraza un caciquismo exagerado.

Muchos fuímos los que leímos el libro sin saber que había película, aunque la verdad es que yo no me arrepiento, nunca leer es una pérdida de tiempo. Eso sí la película en la que Mario Camus lleva al cine la novela de Delibes es soberbia, preciosa y emocionante. Alfredo Landa en el papel del Paco y sobre todo, el gran Paco Rabal como Azarías forman parte ya del imaginario audiovisual de este país.

Posteriormente vinieron algunas lecturas más de las obras de Miguel Delibes, La sombra del ciprés es alargada o Las ratas. Toda su obra estaba impregnada de anecdotas de caza (de la cual era un gran aficionado) y de descripciones del entrono natural que no dejaban de llamarme la atención. Siempre he defendido la caza como un modo de gestión sostenible del ecosistema, aunque por mis principios, no soy partidario de que se maten animales por deporte, reconozco que una caza bien llevada es beneficiosa para el medio. Unas lecturas aquellas, que eran sencillas debido a su narrativa fácil y sin alardes, pero llena de maestría.

Sin querer me he dado cuenta, escribiendo estas líneas, que he crecido con las historias de Don Miguel y que mis pensamientos sobre naturaleza han evolucionado a la par. Supongo que alguna influencia habrán tenido en mí las tardes de lectura y estoy seguro de que igual le ocurre a muchos españoles. Por eso desde aquí quiero rendir mi humilde homenaje a ese gran escritor, pese a que son muchos los galardones que ha recibido a lo largo de su vida y los actos de conmemoración que estos días se suceden en España y en Valladolid en particular.

Un cáncer de colon con el que llevaba lidiando unos años se lo ha llevado, pero nos quedan sus escritos y su recuerdo.

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