martes, enero 19, 2010

Apuntes de apoyo

Corría el año 2002 (como me gustan estos comienzos, jeje) y un grupo de jóvenes estudiantes de Biología se disponían a afrontar la siempre temida época de los exámenes de febrero. Ese año quizá con mayor inquietud que nunca, puesto que, en segundo de carrera se cursan las asignaturas más duras de todas, esas que hacen un tapón de alumnos enorme y que crían fama de llevar a algunos a abandonar los estudios. A eso hay que sumarle que, el que más y el que menos, tenía todavía alguna pendiente de primero.

Con la consiguiente tensión que todo esto genera muchos piensan en recurrir a las chuletas, también conocidas como apuntes de apoyo, pero un reducido grupo de jóvenes se decide a jugársela. El exámen en cuestión es tipo test, aunque con respuestas múltiples, puede haber desde una válida, hasta cuatro, incluso ninguna, un jaleo vamos. Tanto que deciden presentarse así, a pecho descubierto, eso sí procurarán sentarse todos juntos en amor y compañía. Son al menos cinco personas fieles a la causa (aprobar a toda costa) y malo será que no puedan situarse, cuando menos, cerca, dentro del inmenso aula destinada al efecto.

El diseño del examen es fastidioso, pero establecen un código (que obviamente no voy a desvelar aquí) con sonidos en la mesa y números representados con los dedos detrás de la nuca, para corroborar las respuestas en compañía. El problema es que genera dudas entre algunos y se empiezan a oír comentarios catastrofistas del tipo: "nos van a pillar y no la aprobamos en la puta vida", "ya verás como me tengo que cambiar a otra facultad para terminar los estudios", etc. Así entran en el aula y logran sentarse todos juntos, con la separación oportuna entre unos y otros.

Mientras rellenan los primeros huecos: - Está sí, esta también; o la c?; o espera la d) Todas las anteriores son ciertas. Madre mía, palmo fijo!! - Alguno que otro saca papelitos de lugares insospechados con letras diminutas, pero nuestros cinco amigos siguen ahí, marcando casillas.
En un momento de despiste del profesor se oye tocar en la mesa, es la señal! Una mano marca un 4 y la otra un 2. - Vale pregunta 42 - , más toques en la mesa a modo de respuesta. Y de repente se oye: "que no me entero" A lo cual el de los toques replica en voz baja: "la a) y la b) joder!!"
Ale a tomar por el culo el código. Uno de los profesores que vigilan levanta la cabeza del periódico pero no dice nada, o no se ha enterado o se hace el longuis. Mas bien lo segundo, el titular de la asignatura está en la sala y no lo ha visto así que él no va a decir nada.

Al final se suceden los comentarios en voz baja y nuestros cinco amigos hacen el exámen en común. La técnica ha funcionado, eso sí con la ayuda inestimable del profesor adjunto que hasta se sonreía al ver el descaro de aquellos alumnos. Aunque ahora venía lo peor, la incertidumbre de saber si te habían pillado o no hasta que salieran las notas. Al final, los cinco aprueban.

Pues bien esta especie de juego del ratón y el gato se ha terminado, al menos en la universidad de Sevilla donde han aprobado la presunción de inocencia para todo aquel al que pillen copiando. Se ha de establecer una comisión formada por profesores y alumnos para que evalúen la relevancia de lo copiado en la nota final del examen, increíble pero cierto! Sólo así se podrá suspender a un alumno que ha copiado. Donde quedará ahora la sensación de riesgo, el miedo a que te cacen y la satisfacción de librarte por los pelos?; donde ese "cinco pelao" que te libra de una asignatura horrible y que te sabe a sobresaliente?; dónde esos apuntes de apoyo escondidos en el escote o debajo de la falda? (cómo para pillarte algún profesor del género masculino!)

En fin, hasta el mundo de la chuleta está en crisis.

Hoy una gaiteira espectacular. Aguantad que a partir del minuto dos y medio empieza lo bueno:
http://www.youtube.com/watch?v=fZiSTBJumMQ

P.D. A Camino: Todos bien, espero que vosotros también.

2 comentarios:

Minipunk Arias dijo...

Me ha gustado mucho leerlo, me ha hecho recordar tiempos lejanos.
Lo de Sevilla veremos lo que dura, no creo que a nadie le apetezca ir a la consulta del que aprobó librándose de suspender en esos "juicios".

Desde la sombra dijo...

Un estudiante sin chuletas es un estudiante incompleto.Ya sabemos que en teoría no está bien hacerlo, pero tampoco está bien la dureza de algunos profesores y sus temarios.
Yo no me arrepiento de haber copiado en alguna ocasión,ni de haberle dejado copiar a un compañero.
Nosotros también teníamos un código estilo morse: toques de boli en la mesa para las respuestas, y dedos en la nuca para el número de pregunta. Todo un clásico pero eficaz.
Y las chuletas en la tapa de la calculadora, curiosamente esa me la enseñó mi padre de sus tiempos de estudiante.
Me ha gustado mucho leer este post,me ha sacado una sonrisa acordándome de alguno de mis examenes...Un saludo.