sábado, diciembre 12, 2009

Perdedores

Siempre me han gustado los perdedores, no sé que tipo de extraña atracción realizan sobre mí, pero el caso es que me siento atrapado por esa especie de magia que desprenden. Ese halo de derrota y melancolía por lo perdido genera en mí una seducción difícil de explicar.

Uno de los perdedores que más me gusta se refiere, no sólo a una persona concreta, sino a un grupo completo, los neandertales. Este antepasado del ser humano me causó verdadera fascinación ya la primera vez que leí algo sobre él. Un homínido perfectamente adaptado al duro entorno en el que habitaba y calíficado durante muchos años cómo un ser "inferior", mucho más "retrasado" que el Homo sapiens. Un hombre, a fin de cuentas, que desapareció de la noche a la mañana (hablando en tiempo geológico), dejando un legado importantísimo en toda Europa. Un legado que estudiado a fondo demostró que estos homínidos no eran ni mucho menos cómo se pensaba, eran inteligentes, incluso su capacidad cerebral era mayor que la del ser humano actual, tenían capacidad de abstración, enterraban a sus muertos, realizaban división de tareas, pintaban, esculpían y hasta hay quien afirma que tenían muy desarrollado el lóbulo posterior del cerebro, lo cual puede significar que pese a no tener una gran versatilidad en su lenguaje, podían haberlo compensado con telequinesia.

Otro de los grandes perdedores de la historia es también un grupo, por el cual no sólo me siento fascinado, sino también identificado, como muchos de vosotros ya sabéis. Estoy hablando, por supuesto, de los celtas. Una cultura que se distribuyó por toda Europa dejando un legado que aún perdura hasta nuestros días. Constituyeron una civilización extraordinaria con una lengua propia, un arte centrado en el trabajo del metal y reflejado en torques, armas y cascos profusamente decorados con elementos increíblemente bellos. Su religión dirigida por los druídas y consagrada a la naturaleza, y sus ritos de fuego son todavía hoy fuente de leyendas y mitos. Las construcciones megalíticas, con Stonehenge como máximo exponente, los envuelven en una nube de misterio y por supuesto la música de la que estoy enamorado. Sin embargo la mayoría de la gente sólo los identifica con bárbaros y salvajes cortadores de cabezas cuando la realidad es bien distinta.¨

Últimamente he devorado libros de otro perdedor que me encanta. El último de una dinastía de sultanes que tuvo que ver como el más hermoso de los reinos le era entregado en hernecia con su sentencia de muerte firmada. Tuvo que soportar esa carga durante gran parte de su vida, para al final, acabar rendido a su destino y depositar en manos del enemigo las llaves de esa maravilla llamada Granada. Boabdil es uno de esos personajes históricos que dejan huella. Mucho se ha escrito sobre él, aunque en el recuerdo quedan las palabras cuando por última giró su cabeza mientras se alejaba de la Alhambra y, al contemplar el palacio perdido, se le escapó una lágrima. Palabras que no salieron de su boca, si no de la de su madre, la cual según cuenta la leyenda le recriminó: "llora como mujer, lo que no has sabido defender como hombre."

Quizá sea porque vivo en un territorio que históricamente fue un reino, el más grande de toda España allá por el siglo XII. Una ciudad con una historia milenaria y con unas raíces profundas. Por la que han pasado celtas, íberos, romanos, godos, árabes y portugueses dejando un legado cultural amplio y diverso. Una ciudad sin embargo, olvidada por las autoridades y condenada al ostracismo. Una ciudad de cuyos habitantes sólo se sabe que se les llama cazurros, por tener fama de brutos y tozudos, pero una ciudad que me hace sentir orgulloso de haber nacido en ella.

2 comentarios:

Desde la sombra dijo...

Los perdedores suelen fascinar porque desprenden tragedia por los poros, y porque de algún modo todos hemos sido perdedores en algún momento. La tragedia llama la atención cuando nos sentimos identificados con ella. Y a nivel histórico ya se sabe que la Historia la escriben los perdedores (al menos en eso lo que ganan es no caer en el olvido,no todo iba a ser malo).Un saludo.

Lia dijo...

Wenas!! Me ha gustado mucho tu entrada. Desde luego no sabía que el hombre neardental tuviera capacidad para realizar todas esas tareas. Gran frase la de la madre de Boabdil, quizás una de las que más hemos escuchado los granadinos en las aulas.
Me gustan más los perdedores que los ganadores, éstos últimos suelen ser poco humildes.
Saludos!!