jueves, diciembre 24, 2009

Cuento de Navidad

Un hombre se sienta en la parada del autobús, ha caminado durante horas y cansado de buscar regalos navideños para su familia, decide regresar a casa en el medio de transporte que tantos recuerdos le trae del instituto. No ha pasado ni un minuto cuando una mujer vestida con un chándal le deja un papelito en las rodillas, parece una inmigrante rumana. En el papel dice amablemente que tiene hijos a los que no puede alimentar y solicita un donativo para paliar ese problema.

Justo al lado del chico hay una señora, llamémosla, Tita. Es mayor, va ataviada con un abrigo de piel y adornada con numerosas alhajas. La mujer inmigrante le entrega el papel, sin leerlo la señora muy enfadada lo rompe en mil pedazos y comienza a soltar improperios como éstos hacia la pobre mujer: "estos rumanos que vienen aquí a pedir y no hacen más que robar, que vayan a molestar a su país", "la madre que los parió, sólo vienen a hacer el mal", "son unos guarros y unos asquerosos". El hombre está a punto de saltar para callarle la boca cuando otra señora, también mayor le replica que no tiene ni idea, que la chica que está a su lado sentada lleva cuidando de ella desde hace siete años y es una bellísima persona, y fíjate tú por donde, es búlgara. Tita refunfuña, pero afortunadamente se calla.

El viaje en el bus transcurre lleno de pena para nuestro hombre, pena al comprobar la sociedad tan racista en la que vive, el miedo al extranjero, a que le quiten el trabajo, el dinero...Llega a su destino, ha quedado con su hermana para terminar las compras en el supermercado del barrio, uno de esos ciertamente elitistas a los que acuden señoras bien parecidas a comprar, es el único abierto, así que a regañadientes el hombre ha acudido a la cita.

Tras llegar por fin a casa, la hermana de nuestro hombre se da cuenta de que le falta la cartera, se la han robado, y ha tenido que ser en el súper. A la carrera vuelve para ver si alguien la ha dejado allí, pero ni rasto. Menuda faena piensa nuestro hombre: "en estas fechas que alguien haga esto" Entonces decide acompañarla para tranquilizarla y agilizar los típicos trámites en estos casos: anular arjetas, denunciarlo en comisaria y sobre todo, elucubrar en busca de posibles culpables, ninguno extranjero, por cierto.

El domingo, dos días después del incidente de la cartera, llaman al telefonillo de casa. El hombre aturdido no reacciona, es muy temprano, pero su hermana se levanta de la cama y tras contestar grita que es la policía y que le traen la cartera. Los agentes le cuentan que se la han entregado sin tocar nada, que incluso tiene el dinero que había denunciado. La chica pregunta quién se la ha devuelto y los agentes le dicen que un chico negro llamado Abdú que tiene un puesto en el rastro, y le dan su número de teléfono. Enormemente agradecida llama, pero nadie contesta. entonces decide ir a ver si encuentra el puesto, pero no aparece por ningún lado. El misterioso alma caritativa parece haber desaparecido.

Nuestro hombre por su parte, vuelve a darle vueltas y su cabeza se llena de frases cómo: "si es que manda narices, ésto lo tenía que haber visto Tita", "no se puede juzgar a la gente por su raza, país de procedencia o su religión", "¡en todas partes hay gente buena y mala", "cuantos prejuicios madre, cuántos!" Al final decide quedarse con la lección que acaba de aprender y sueña con que Abdú es una especie de ángel dedicado a hacer el bien y a recordarle a los prejuiciosos que todos, absolutamente todos los humanos, somos iguales.

Pues bien, este cuento no lo es tanto, como muchos habréis imaginado es una historia real, el hombre soy yo.
Feliz Navidad a todos.

http://www.youtube.com/watch?v=WPoGP0M9MjQ
http://www.youtube.com/watch?v=5kT_59LPisQ&feature=PlayList&p=7D30CED48F375A46&playnext=1&playnext_from=PL&index=13

1 comentario:

Minipunk Arias dijo...

Me ha gustado mucho este cuento de navidad, hablaré del en la comida de mañana con la familia.