martes, febrero 24, 2009

Los personajes del carnaval

Es lunes y no tengo nada que hacer, las clases de toda la semana están preparadas y los exámenes de evaluación puestos, así que me voy al centro. Tengo unas compras pendientes y siempre es un buen momento para disfrutar de una ligera caminata por mi ciudad. Más aún cuando este sol invernal se ha instalado ya hace unos días en la península, gracias a un potente anticiclón, y nos calienta la tarde con sus rayos.

No me apetece escuchar a los coches tunning que rompen la calma con sus estridentes bandas sonoras de decibelios hiperamplificados, ni tampoco a los autobuses urbanos que llenan el aire de humo y ruido proveniente de sus tubos de escape. Decido entonces ponerme mi reproductor mp3 y escuchar algo más relajante, la música con la que Hans Zimmer y Klaus Badelt adornaron la película "Piratas del Caribe" me parece idónea.
Al cabo de un rato caminando llego a la avenida de Ordoño II y me encuentro de frente con una orda vikinga que viene hacia mí, eso sí, en tamaño reducido. A lo lejos un par de romanos les miran con recelo y pienso "cómo tengan que entrar en batalla esos dos contra todos estos me da a mí en la nariz que la Historia se va a repetir". Sigo caminando y al girar para tomar la calle de Alfonso V me traslado a la Viena del siglo XVIII al divisar a Mozart y a Sisí juntos de la mano. Continúo calle abajo para enlazar con San Agustín y, al doblar la esquina, me llevo un susto de muerte al chocarme casi de morros con dos ninjas japoneses.

Después voy a Alcázar de Toledo, calle en la que las tiendas de ropa se agolpan una tras de la otra para mostrar sus productos, en un afán exibicionista sin parangón. Mientras miro uno de los escaparates, y casi sin querer veo reflejado en el mismo, que detrás de mí el coronel Tejero y una gitanilla de las de pañuelo de lunares y pendientes enormes avanzan de la mano de su madre. No puedo evitar una sonrisa y cambio al establecimiento contiguo donde me encuentro rodeado por cuatro indios apaches que son perseguidos por dos vaqueros que galopan tras ellos montados en sus invisibles corceles.

De camino a casa y después de haberme cruzado con payasos, monjas ligeritas de ropa y demonios de corta estatura, soy atacado por un grupo de piratas que quieren hacerme rehén en su navío y así pedir rescate por mí. Cuando les digo que soy un humilde posadero y que mi familia no tiene dinero para pagarles me ofrecen unirme a ellos y yo miro a su cabecilla, una mujer de unos 35 años que les dirige con mano de hierro. Dirigiéndome a ella y muy cortésmente rehuso la invitación y les deseo una buena travesía por aguas tan bravas en las que, al igual que yo, se encontrarán con numerosos personajes.

http://www.youtube.com/watch?v=ApTiCQaQIV4

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