martes, octubre 07, 2008

Metodología científica

Estos días en clase les he explicado a mis alumnos que la base de un buen trabajo en biología es fundamentarse en el método científico. Ya sabéis, plantear una hipótesis que hay que comprobar mediante aplicación de una estricta metodología en la recogida de datos. Datos que más tarde habrá que analizar desde el filtro impasible de la estadística y verificar que el planteamiento inicial era correcto o por el contrario desecharlo por ser erróneo, estableciendo conclusiones veraces.

Llega un momento en que lo ves claro y una situación de tu vida, un sentimiento o un sueño, despejan la bruma de la duda y se plantan en tu cabeza con tal nitidez que es imposible no verlos. Esto me ocurrió hace ya un tiempo cuando comprobé que la imagen de mi futuro laboral pasaba por la docencia y por las aulas, que esa era la dirección hacia la cual quería orientar mi camino vital. El problema es que al igual que en el método científico tenía que comprobar la hipótesis y sólo ahora que recojo datos día a día y los analizo me doy cuenta de que estaba en lo cierto y que es camino es el que me gusta para pasear por él observando el paisaje.

Pues bien otro planteamiento ronda mi cabeza en estos momentos y no tiene que ver con el trabajo si no con algo mucho más complejo de muestrear, los sentimientos, y concretamente los sentimientos amorosos. Tengo la sensación de que no estoy hecho para ello, de que cada vez que tengo algo que realmente me importa lo pierdo por mi propia incapacidad. La bruma cada vez se despeja más y los rayos del sol entran hasta el fondo de los valles de mi mente iluminando mis pensamientos. La hipótesis por tanto se centra en la posibilidad de que tenga un problema grave (o cuando menos importante) en este sentido y de momento los datos que he recogido me dan la razón y la corroboran al cien por cien.

Ahora sólo me quedan dos opciones, seguir recogiendo datos para ver si puedo verificarla definitivamente o dejarlo aquí, rendirme y dejar el trabajo de campo que además tiene muchas implicaciones (y no precisamente buenas) para otras personas. El problema es que aceptar la hipótesis resulta muy duro para mí, aunque si he de ser sincero, poco a poco la voy interiorizando y asumiendo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también me he sentido así alguna vez. Digamos que el ámbito de las relaciones y los sentimientos nunca ha sido mi fuerte. Piensas que si las cosas salen mal es por tu culpa, por tu incapacidad como tú lo llamas.

Siempre he creído que la diferencia reside en que nosotros le damos más valor a las cosas. O, incluso, demasiado.

No tires la toalla, creo que aún tenemos mucho que dar.

Un saludo!! Y enhorabuena por tu nueva "fortuna": disfutar de tu trabajo, de la enseñanza.