viernes, octubre 31, 2008

Cajas de recuerdos

El otro día hablando con Raquel, la jefa del Departamento de Ciencias Naturales, comentábamos que los alumnos de secundaria tienen muchos problemas con las faltas de ortografía, y llegamos a la sencilla conclusión de que la causa radica en la escasa (por no decir nula) actividad lectora de éstos. Así pues, mientras el café corría por nuestras gargantas en una hora de guardia muy relajada, recordé uno de los libros que me marcó cuando todavía iba al colegio y que, con el nivel que tienen los chavales ahora es idóneo para los primeros cursos de la ESO. El libro en cuestión es Tres pájaros de cuenta del maestro Miguel Delibes.

Hoy he ido a buscarlo en mi caja de libros para que Raquel le eche un vistazo y vea si puede ser factible comprarlo para la biblioteca del instituto. Lo curioso es que en la caja de libros me topé con una sorpresa, un cuadernillo negro de tapas duras que en mi época del instituto utilizaba como diario. No lo pude resistir y lo abrí por una página al azar. Febrero del 99, acababa de llegar de Italia, de un viaje lleno de nuevas experiencias, unas buenas y otras malas que preferí no recordar.

Continué leyendo y comprobé lo panoli que pude llegar a ser en aquella época de apuntes, libros, entrenamientos y sobre todo, chicas. Devoré las líneas en las que hablaba de Diana, mi amor platónico, y me dí cuenta de lo imbécil que fuí. Recordé entonces a las chicas que con las que iba a clase y con las cuales me llevaba muy bien, niñas a las que quizá ninguneé en algún momento cegado como estaba por ese sentimiento equivocado y por supuesto, no recíproco. Cito en el diario a Natalia y a Laura, inseparables incluso hoy en día, al igual que Ana y María a las cuales les une la amistad. Pero hay una en especial de la que no me hubiera acordado si no llega a ser por la lectura curiosa de más y más días de mi vida remota.

Isabel era una chica con la que me unían muchas cosas desde pequeño. En el colegio los dos nos presentábamos a certámenes literarios y ella siempre me ganaba justamente ya que era infinitamente mejor que yo en esas lides. Luego, en el instituto, yo dejé mi gusanillo literario para la intimidad mientras ella se convertía en una proto-escritora con mucho futuro según los profesores de literatura. Era una chica extraña en el mejor de los sentidos que pueda tener esa palabra. Mientras la mayoría de mis compañeros no habíamos salido de España mas que en ese viaje a Italia, ella ya había vivido en Francia y eso le daba un aire bohemio encantador, pero nunca quedé con ella ni siquiera a tomar un café.

Como con Isabel me ocurrió lo mismo con otras muchas chicas, por mi incompetencia sentimental no las conocí como me hubiera gustado. Pero esto sólo lo he logrado ver con el paso del tiempo y ahora me pregunto que será de ellas. Quizá Isabel sea una escritora de renombre y yo no lo sé. En fin, recuerdos y curiosidades que siempre quedarán ahí. Lo que me queda es pedir perdón a todas aquellas chicas que no presté atención, más vale tarde que nunca.

Hoy os dejo con una canción de la época en que leí tres pájaros de cuenta y que también habla de recuerdos y de cajas
http://es.youtube.com/watch?v=Vd-W7o0LMvA&feature=related.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Cada entrada de tu bitácora es aún mejor. Yo también recuerdo un libro en especial, un libro que además comparto con gente de esa época de colegio y es "Llámalo X". Supongo que los viajes a Ítaca marcan de veras...

Te lo recomiendo. Y aunque te pueda parecer una bobada, lo sigo releyendo de vez en cuando y cada vez descubro un detalle nuevo.

Ah! Y "Caperucita en Manhattan"...un concepto de Libertad un tanto diferente.


Hoy estoy excesivamente literario. Un saludo


Mario