jueves, noviembre 15, 2007

Lo bueno del frío

Con el último cambio de horario para ahorrar energía la noche cae antes sobre nosotros. Los cálidos rayos solares, que en esta época del año ya no tienen la enegía que en el verano, se desvanecen cada vez más rápido dejándo paso al frío y a las heladas. Llevamos algo más de una semana con un potente anticiclón anclado en la Península y esto hace que no llueva y que incluso las temperaturas diurnas sean agradables, pero en cuanto se acerca el ocaso los termómetros descienden y la "pelona" se hace inminente.Hay gente a la que no le gusta el frío, incluso lo odia, opinión muy respetable por otra parte, pero que no comparto en asoluto. A mí me encanta sentir el aire congelado en la cara mientras camino de vuelta a casa. Me tensa los músculos notando como cada fibra de mi cuerpo está en funcionamiento, en una palabra, me hace sentir vivo. Además hay un montón de cosas divertidas que se pueden hacer en estos días, como jugar con las hojas que han perdido los árboles. Podéis pensar que es un acto infantil impropio de un adulto hecho y derecho, pero os invito a probarlo, siempre en compañía de alguien a quien aprecieis. Estoy seguro de que lo pasaréis en grande, recordaréis viejos tiempos y os sentiréis niños de nuevo. Por experiencia propia os lo recomiendo, es uno de esos pequeños placeres que nos acercan a la felicidad.

Aunque si hay algo realmente espectacular es el cielo nocturno. Con las heladas la atmósfera se presenta limpia y pura como queriendo dejarse ver, incluso dentro de la ciudad. Las estrellas relucen más claras que nunca y aunque pararse a contemplarlas es casi un acto de valentía, merece la pena de dicarles unos minutos y dejar que la inmensidad del espacio te invada con su hermosura, sutil a la par que grandiosa. Después al llegar a casa se puede disfrutar de otro de los pequeños placeres que conlleva el frío. No hay nada mejor que tomarse una taza de café o de té bien caliente agarrándola con las dos manos y dejando que el calor que desprende pase a tu piel y a tu interior.

Por todo ello me encanta el frío, por esos pequeños placeres que conlleva. Como dicen los sabios, la felicididad no radica en tener todo de todo, sino en saber disfrutar al máximo de lo que se tiene.

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