jueves, septiembre 08, 2011

Críticas al profesorado

Cuando de pequeño veía a mi tía Gloria, maestra de profesión, enseñar a mi hermana a juntar letras para formar sílabas y después palabras, me quedaba perplejo. ¿Cómo era capaz una sola persona de enseñar algo tan importante como leer y escribir? Lo que no recordaba por aquel entonces es que yo había pasado por ese mismo proceso unos años antes, y que al igual que ocurría con mi hermana, también mis padres colaboraban en nuestra educación.

Pese a que me llamaba mucho la atención la labor de mi tía, lo cierto es que nunca me atrajo la idea de hacerme profesor, al menos no hasta hacerme mayor de edad. Fue ya con 19 años cuando comencé a hacer trabajos estivales como monitor de tiempo libre. En esos trabajos además de fabricar e inventar mil juegos para los críos, también impartía talleres con vocación medioambiental y hasta, de vez en cuando, hacía veladas de cuentacuentos. Era otra manera de enseñar aquello que a mí me apasionaba, y me gustaba un montón ver como atendían los chicos, sin embargo seguía sin tirarme lo de meterme en un aula cerrada.

Al terminar la carrera, y por aquello de no cerrarme puertas, me decidí a hacer el CAP y en la fase práctica de este curso de aptitud pedagógica me metí en el mundo de la docencia. Escogí el instituto en el que yo había estudiado y comprobé que muchos de los profesores que me habían dado clase a mí seguían allí y seguían haciéndolo igual de mal, algunos incluso peor. Aquello no era para mí así que seguiría con mi tesis, pero todo cambió cuando al fin, en dichas prácticas me dejaron al mando de una clase. El subidón fue tremendo, y pese a que me costó superar los nervios iniciales, mi "vena monitoril" salió a relucir y tanto los alumnos como yo terminamos muy contentos con la experiencia. Fue entonces cuando me dí cuenta que además de vocación de biólogo pajarero subyacía en mí otra, la de profesor.

Poco después de aquellos momentos tan especiales tomé la dura decisión de abandonar la tesis y mi beca de la Junta para preparar las oposiciones de profesor de secundaria. El camino no fue nada fácil, muchas horas de estudio y de desvelos por la escasez de plazas o por la incertidumbre de alcanzar una vacante, amén de problemáticas personales generadas a raíz del estrés acumulado con el tiempo. Pero todo mereció la pena cuando comencé con el que hoy en día es mi oficio.

Me encanta dar clases, pero también tratar de mejorar en la medida de lo posible lo que ví cuando hice las prácticas del CAP. Hoy en día rara es la tarde que no me paso un par de horas como mínimo prepando mis sesiones. Cuando tengo prácticas elaborar protocolos para que no haya accidentes y para que mis alumnos las disfruten al máximo en el laboratorio me lleva al menos dos tardes completas. Diseñar exámenes adaptados al nivel que quiero que alcancen mis alumnos o salidas de campo para ampliar conocimientos y adquirir nuevas experiencias puede darme muchos quebraderos de cabeza y no sé muy bien cuanto tiempo me puede llevar. Por no hablar de las reuniones con padres y la fabricación de materiales que me permitan el uso de las nuevas tecnologías de la información en el aula, algo que es imprescindible en la educación moderna.

Sin embargo, todo esto, por desgracia lo hago en mi casa, y eso no lo ve nadie más que mi familia. Lo que la gente ve y comenta es lo que hay en la superficie, que entro a las 8:30 y salgo a las 14:30, que tengo unas vaciones de las que no me puedo quejar y que encima me pagan bien y tengo un sueldo fijo con los tiempos que corren. A eso en los últimos días hay que añadirle las críticas que Esperanza Aguirre y Ana Botella han vertido en los medios diciendo que solamente trabajamos 17 horas a la semana y otras perlas de las que no quiero ni acordarme.

No me quejo, me encanta mi trabajo y me apasiona que vaya destinado hacia el crecimiento intelectual de personitas que serán el futuro de nuestro país, pero la desazón de ver como se desprestigia el trabajo de maestros y profesores me agobia. No lo entiendo y me cabreo, y cuando me cabreo no entro al trapo de críticas, simplemente a la tan manida frase de "¡qué bien vivís los profesores!", respondo con otra: "es muy sencillo, vivimos de puta madre, lo único que tienes que hacer es sacar la oposición, planteátelo seriamente" Al formarse la imagen de ellos mismos al frente de una clase, la mayoría se callan la boca y agachan la cabeza, los más tontos siguen criticando.

Muy recomendable: http://www.youtube.com/watch?v=A_DIx70DxgM

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