viernes, mayo 01, 2009

Tanto por aprender

Había una cuenta pendiente, una deuda en mis visitas a tierras dominadas en la Edad media por los musulmanes. En diciembre me enamoré de Granada, sin duda la joya de la corona del mundo árabe de occidente; la más hermosa representación terrenal del paraíso tan lleno de agua y de vegetación. Y es que Granada era la niña bonita de todo aquel gran califato que llegó a alcanzar cotas tan norteñas como la Cordillera Cantábrica, e incluso, la cuna del cristianismo de la época, Santiago de Compostela.

También visité el lugar donde ocurrió la mayor de las derrotas sufridas por Almanzor. Un pequeño pueblecito de la provincia de Soria, llamado Calatañazor. Está enclavado en un risco y su fortaleza defensiva mira de frente a una llanura amplia aunque, encajonada entre dos hileras de colinas que hacen de él un escenario perfecto para librar una gran batalla. Incluso de lejoas pude ver el castillo de San Esteban de Gormaz, construído por los árabes, destruído por los cristianos y vuelto a reconstruir con mayor grandeza por los primeros. Tal grandeza que fue el más grande de Europa en su época. Pero como digo, me faltaba un lugar por visitar, Córdoba.

Córdoba era allá por el siglo X la capital del califato, el centro político y cultural de ese mundo que tanto me fascina. Antes, durante los dos siglos anteriores, había sido un emirato omeya independiente y fue cuando comenzó la construcción del más emblemático de sus monumentos, la Gran Mezquita. Aunque fue en este décimo siglo cuando alcanzó su mayor esplendor al culminarse la última y más colosal de las ampliaciones realizada por Almanzor.

Pues bien hasta allí viajé con la idea de que una vez enamorado de Granada, nada me impresionaría más, y que equivocado estaba. Al entrar en aquel bosque de columnas de mármol, granito y jaspe sobre las cuales se apoyaban infinidad de arcos bicolores me quedé boquiabierto y sobrecogido ante la inmensidad de la sala. Me imaginé siendo un vulgar rey cristiano entrando allí y rindiéndome ante la evidencia, aquellos moros no eran ni mucho menos un pueblo inculto y salvaje (como se pensaba en la época), quizá ellos nos tenían que dar lecciones a nosotros.

Quise visitar también las ruinas de la Medina Azahara, una ciudad paralela a Córdoba que mandó construir el califa Abderramán III, pero la falta de tiempo y las pocas emociones que mostraba la gente que ya la había visto me lo impidieron. Hoy en día está prácticamente en ruinas, pero en su día debió de ser grandiosa. Y entonces recordé una parte del prólogo del libro que estoy leyendo ahora "El puente de Alcántara" que dice así:
En el año 974, el káiser alemán Otón II envió una embajada a Córdoba. Esta delegación fue recibida en la entonces recién construída ciudad-palacio de Medina Az-Zahra con tal pompa, que los señores del norte franco cayeron de rodillas ya ante el primer funcionario del palacio que les dió la bienvenida tras las puertas. Tuvieron que explicarles que se habían arrodillado ante el críado del secretario del príncipe.

En fin, he extraído varias conclusiones de este viaje, pero quizá la más valiosa es que nos queda mucho por aprender acerca de este pueblo que recordemos, estuvo en España durante ocho siglos y del cual la mayoría de la gente solo conoce de oídas a Almanzor, Granada, el Cid, el asedio de Toledo y quizá la batalla de las Navas de Tolosa. 800 años dan para mucho más que eso.

Ojo también hubo bailoteo y esta es una de las canciones que se me quedó metida en la cabeza: http://www.youtube.com/watch?v=Pe_Z4RVVZfU

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Si es que todo son señales!! tengo que bajarme al sur YA!!

Un besito, artista


Anina

Lia dijo...

wenas!! yo también estuve en Córdoba hace algunos años, la verdad es que es preciosa, pero me quedo con Granada...jajaja.
Me alegra que viajes tanto y aprecies lo que ves, viajar abre mucho la mente.
Saludos!!

Desde la sombra dijo...

No hace falta irse tan abajo para disfrutar del legado de Al-Andalus aunque no tengamos tantas cosas de su cultura en la zona norte, a veces la gente no aprende por falta de interés y por la tendencia de asociar lo árabe a lo negativo cuando en realidad eran grandes arquitectos, lástima que se quedaron anclados y no es una cultura que haya evolucionado demasiado en los últimos siglos. La mezquita es alucinante todo lo que concierne a su construcción y con esa particularidad de no tener la quibla orientada a la Meca,y todos los cambios que sufrió desde el proyecto original hasta que finalizaron sus obras.
Un saludo.

Beto dijo...

Aquí todo el mundo deseando bajar...y yo que me muero por subir!!! ajjaj
Un besi desde Cai...tasita de prata ;)