martes, enero 01, 2013

Tradiciones improvisadas


Año Nuevo y suelen ser fechas estas en las que al personal le da por hacer buenos propósitos y volverse mejores personas de repente. Es una época de elevación del concepto de sobrealimentación a su máxima expresión en forma de comilonas en las que no falta de nada. Son días de reuniones familiares, de reencuentros con viejos amigos a los que hace tiempo que no ves y de compras que en muchos de los casos rondan la compulsividad.

Para mí, además de todo lo anterior, es una época en la que algunas acciones que acostumbramos a repetir año tras año y que se han convertido ya en tradiciones del grupo de amigos, se consuman dando enjundia a su ser. Una de ellas es la juntanza que hacemos justo antes de la cena de Nochebuena y que me presta especialmente porque hasta el más ocupado de nosotros saca un ratito para pasarse y saborear un vino o un cava recordando batallitas. Este año además, ha sido una reunión especialmente numerosa a la que han acudido muchos amiguetes de la época del instituto a los que hacía mucho tiempo que no veía. Tal es la tradición que solemos entrar en los mismo bares del barrio Húmedo y, si no es ese día, la tarde de Noche Vieja (que también nos juntamos) nos invitan a una botellita de cava. Pero sin duda, lo mejor de este año ha sido una cena que a continuación os cuento.

Ya van unos años, que en uno de esos días tontos que quedan entre los días festivos de las vacaciones navideñas, hacemos una cena. Tenemos la inmensa suerte de que algunos miembros del grupo de amigos tienen finca en la que reunirnos bajo techo para disfrutar de los manjares de la tierra. A saber este año han sido morcillas, chorizo y empanada por supuesto regados con unos buenos caldos de tinto. Hablar sobre lo divino y lo humano, reír con las anécdotas que una y otra vez contamos, discutir sobre como cocinar las morcillas si cocidas o fritas y arreglar el mundo al calor de un buen fuego ardiendo en la chimenea no tiene precio.

Tras la cena y con la panza bien llena la tradición manda jugar a las cartas y el juego que más frecuentamos es la pocha a la que ponemos el aliciente de realizar una apuesta sin dinero de por medio eso sí. El último en puntuación tiene que realizar una prueba a menudo vergonzosa y que implica pasar frío. No doy más pistas porque como ocurre en Las Vegas, lo que pasa en la cena navideña, se queda en la cena navideña. Sin embargo, este año y gracias a la idea del gran Álvaro entre los postres y la partida ha habido una sorpresa, hemos hecho una queimada.

Si sois lectores habituales de esta bitácora os habréis dado cuenta que en las últimas entradas no he estado lo que se dice demasiado alegre u optimista pero qué le vamos a hacer, la situación no invitaba a ello. Pues bien, mientras removía el orujo con el azúcar para que el fuego permaneciese activo y se quemase el alcohol pensaba en ese viejo ritual en el que se queman con él todos los malos momentos que has tenido esperando que los que tengan que venir sean mucho mejores. Os juro que por un momento, con la luz azulada saliendo del cuenco de barro como única fuente de iluminación en la sala y rodeado de mis amigos experimenté un momento mágico y vertí allí todos mis malos rollos para que ardieran bien fuerte.

Big wheel keep on turnin´: http://www.youtube.com/watch?v=EmH4YlNdWAg

1 comentario:

Unknown dijo...

No se puede haber dicho mejor, pero lo único que queda en el tintero es un par de buenas canciones, con letra...o instrumentales!!!
Feliz año!!! Tirorí tirorí tirorí to ti ;)