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Mostrando entradas de septiembre, 2011

Retales de una vida

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Llega el viernes y tras una semana de hastío ponferradino vuelvo a casa con la batería corporal cargada al máximo de energía debido a la inactividad. No es que haya estado parado, los primeros días en un sitio nuevo siempre son bastante movidos, no solo en el plano laboral con la adaptación a un nuevo centro, sino también con el deseo de poner tu vida extraprofesional a tu gusto. Buscar una estabilidad...como decirlo...una rutina a la que acostumbrarse se convierte estos días en una odisea: tratar de que te acepten en la escuela de oficial de idiomas, encontrar un gimnasio acorde a tus necesidades, lograr que una tarifa de internet y teléfono fijo te salga económica e incluso aventurarte en el mundo de las clases de baile. Lo peor de todo es que haces de todo sin hacer de nada y vuelves a casa con la sensación de haber perdido la tarde. Por otro lado, tras la exhaustiva búsqueda de recursos a los que aferrarte para mantener tu mente ocupada, esperas poder socializar de alguna manera co...

Parque jurásico

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Llego a mi nuevo destino con ilsusiones renovadas. Ponferrada se muestra llena de oportunidades: un entrono maravilloso para disfrutar de la naturaleza, una ciudad que se mueve al son de su barrio antiguo, plagado de bares y hermosos rincones bajo la atenta mirada de nuestra señora de Encina y del castillo templario. El instituto que me han asignado es enorme y nada más entrar me topo con la cruda realidad, este año no va a ser fácil en cuanto a relaciones sociales, de hecho los pocos compañeros con los que me cruzo por el pasillo ni siquiera me miran. Al llegar a jefatura para presentarme como nuevo profesor, el jefe de estudios me confunde con un alumno del nocturno que espera para matricularse. Le explico que no vengo a recibir clases, sino a impartirlas y cuando sale de su asombro me pide disculpas y me explica que la media de edad del ce ntro es sustancialmente elevada. Tras un primer recorrido por las instalaciones me presenta al jefe del departamento de ciencias, un hombre muy a...

Críticas al profesorado

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Cuando de pequeño veía a mi tía Gloria, maestra de profesión, enseñar a mi hermana a juntar letras para formar sílabas y después palabras, me quedaba perplejo. ¿Cómo era capaz una sola persona de enseñar algo tan importante como leer y escribir? Lo que no recordaba por aquel entonces es que yo había pasado por ese mismo proceso unos años antes, y que al igual que ocurría con mi hermana, también mis padres colaboraban en nuestra educación. Pese a que me llamaba mucho la atención la labor de mi tía, lo cierto es que nunca me atrajo la idea de hacerme profesor, al menos no hasta hacerme mayor de edad. Fue ya con 19 años cuando comencé a hacer trabajos estivales como monitor de tiempo libre. En esos trabajos además de fabricar e inventar mil juegos para los críos, también impartía talleres con vocación medioambiental y hasta, de vez en cuando, hacía veladas de cuentacuentos. Era otra manera de enseñar aquello que a mí me apasionaba, y me gustaba un montón ver como atendían los chicos, sin ...