domingo, abril 10, 2011

Frustración y perdón

Hace mucho que no escribo, la frustración en el trabajo se va transformando poco a poco en absoluto pasotismo, tras haber pasado ya la etapa de desesperación. He caído en algo en lo que jamás pensé que iba a caer, una dejadez total. Ojo! No confundir jamás esa dejadez con la holgazanería o la pereza, palabras que, a menudo, se usan como sinónimos y no tienen nada que ver. Lo mío es un estado de desinterés contagiado quizá por el ambiente reinante en el institituto en el que trabajo.

Como todo buen profesor quiero que mis alumnos aprendan no sólo lo que viene en el libro, sino también, y gracias a la materia que imparto, el entorno en el que viven. Quiero que conozcan todas esas cosas básicas que un niño debe saber sobre la naturaleza, como por ejemplo: ¿por qué se forman nubes de tormenta en verano cuando el cielo está totalmente despejado? o ¿por qué los pinos no producen frutos, si no semillas únicamente?

El problema es que para ellos es un suplicio estar encerrados seis horas en un centro que deben de asemejar, supongo, a una cárcel. No lo ven como un lugar de aprendizaje y enriquecimiento cultural. En una sociedad en la que priman y premian otras actitudes y aptitudes, la cultura, la inteligencia incluso, el sentido común sobran, y es precisamente eso lo que se enseña en los institutos, por lo tanto, estamos ante una pescadilla que se muerde la cola. No quiero estudiar, la gente logra cosas importantes sin estudiar, lo veo todos los días en la tele, luego...para que voy a estudiar!! Eso piensan mis chicos. Aún así no me rindo y el lunes salgo con ellos al campo para ver "in situ" las plantas que les llevo casi un mes explicando.

De todas formas, todo esto me afecta de manera directa y aunque me ponga la coraza que en muchas ocasiones he utilizado para otros menesteres, ésta no es impermeable a los sentimientos que me produce esta exasperación, mas bien, es atravesada con facilidad por ellos. Y esta aflicción impregna otros aspectos de mi vida. Hasta ahora, creía que lograba evadirme bastante bien de las vicisitudes que me asolan en el trabajo, pero no es así y me he dado cuenta por la vía rápida y de la peor de las maneras posibles.

Dicen que la gente que más quieres es con la que pagas estas cosas y parece ser verdad. He discutido por chorradas con mis amigos, con los de verdad, los que a pesar de muchos kilómetros de separación siempre están ahí cuando se les necesita. He tratado a mi familia, y sobre todo a mi madre con desaire, como si me cansara el hecho de que me llamase y quisiera saber de mí, después de los sustos que le he dado. Y por supuesto, he atacado y me he sentido atacado sin razón por la única chica que trata de comprenderme día a día, que está a mi lado aunque no esté aquí, y que siento que me quiere tanto como yo a ella.

No sé si es porque llega la Semana Santa, una buena época para pedir perdón, o porque ayer me cagué en todo después de comprobar que nadie salía de marcha y me metí en la cama pronto y encabronado, lo cual me sirvió para reflexionar. En cualquier caso, os pido perdón a todos, no tengo excusa, pero espero que sepáis perdonarme.

Dedicada a todos los que iluminsid mi vida: http://www.youtube.com/watch?v=TPN-PBjKyy4

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