sábado, abril 11, 2009

Cambios bruscos

Comenzó el mes de abril, para los seguidores del grupo de rock La Fuga, sin duda, un mes horrible y maldito que no te deja ser feliz. Para mí, un mes en el que me ha tocado vivir uno de los cambios más bruscos de mi vida.

Tras dejar atrás el Vela Zanetti y quedarme con unos hermosos recuerdos que jamás olvidaré, me había hecho a la idea de que no iba a volver a trabajar hasta después de las anheladas vacaciones de Semana Santa. Pero el mes de abril es caprichoso, una lluvia torrencial puede caer tras unas horas de sol abrasador, y eso fue lo que ocurrió. Tuve que salir pitando a Burgos para cubrir una baja en el Bachillerato nocturno y mientras conducía por la autovía iba cavilando qué iba a hacer con mi vida durante este maldito mes.

Las clases post meridian tienen sus ventajas, al menos sobre el papel. Hay muy pocos alumnos por clase y aquellos que asisten lo hacen porque realmente les interesa la materia, con lo cual, los problemas de disciplina no son habituales. Por contra, las tardes en un instituto de ciudad son solitarias y aburridas, sobre todo cuando a los alumnos les da por no aparecer por clase, como me ha sucedido los primeros días que estuve allí. Los pasillos se vuelven lóbregos y la sala de profesores adquiere un aire tétrico vacía y oscura como está.

Sin duda, lo peor de todo son las mañanas, para una persona con un principio de hiperactividad (aunque sin necesidad de medicación) como yo, el hecho de no tener absolutamente nada que hacer es un auténtico fastidio. Lo que para otras personas sería un paraíso tan deseado como un oasis en medio del desierto del Namib, para mí es un lago de sal que reseca aún más el ambiente evaporando hasta la última gota de alegría de mis entrañas. Las agujas del reloj caminan lentamente como si un lastre enorme las impidiera avanzar y el cuerpo me pide caña, chavales gritando, ojos mirándome atentamente mientras explico la materia, manos alzadas para ponerme a prueba con mil preguntas diferentes. En dos palabras, me pide docencia mañanera, en horario normal.

Después de un largo proceso de autocontrol y autoexploración, de muchos nervios atenazados en mi estómago, de perder algo de peso ante la incapacidad para meter nada sólido en mi estómago y de derramar alguna lágrima que otra he logrado asumir el cambio. Ya sólo me falta habituarme a él y aunque pienso que es algo que no lograré jamás, trato de ser positivo y aprecio la cantidad de tiempo libre que voy a tener para realizar tareas que siempre he querido hacer. Pondré en marcha nuevos proyectos y uno de ellos me embauca de una manera especial, escribir un libro. Decía en mi anterior entrada que cuando una puerta se cierra otra se abre, pues voy a abrir ésta, hace ya bastante tiempo que estoy frente a ella agarrotado ante la posibilidad no hacerlo todo lo bien que yo quisiera, pero ha llegado el momento de caminar con paso firme.

http://www.youtube.com/watch?v=JfPp5g1sG-w&feature=related

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Míralo por el lado bueno,tendrás una nueva experiencia que te hará curtirte todavía más, seguro que al final sacas algo positivo de todo esto,los cambios siempre suceden por algo.

Anónimo dijo...

Oyeeeeeeeeeeeeee!! nada de perder peso!! :P

Enhorabuena por tu nueva puerta =D Ya lo dice el refrán, a falta de llaves.. buenas son las radiografías :P

Besulis. Anina


Pd: http://www.youtube.com/watch?v=Dr7X0Ri8CDY

Anónimo dijo...

Ánimo, fauno. Lo harás fenomenal. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Hola Rubén!! no sabía nada de "fauno" aunque si que lo pensábamos! Como ya te escribí en el papelito del final, cuídate, te haces querer y espero verte algún día por ahi y que...no sé...te acuerdes de mí ;)
Anónimo jejej