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Mostrando entradas de diciembre, 2008

Déjà vu

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Hace unos años tenía ganas e trabajar de biólogo, o más bien de bichólogo, como me gusta decir a mí, así que decidí apuntarme a unas prácticas no remuneradas en un centro de recuperación cualquiera, me daba igual. Por suerte me tocó uno bastante cerca, en Luarca (Asturias), pero era un centro de especies marinas y hombre, para un chico de interior como yo aquel era un mundo un poco lejano. De todas maneras no me amedrenté y me fuí para allá dispuesto a aprender todo lo posible. Lo bueno de CEPESMA, que así es como se llama el centro, es que trabaja con todo tipo de animales, desde tortugas hasta mamíferos marinos, pasando por los famosos calamares gigantes. Y entre ellos una parte importante del volumen de fauna que entra herida en la fundación son aves, y ese sí que es mi fuerte. No en vano, en las que encontré fisgando entre los archivos pude comprobar que, durante el desastre del Prestige, la mayoría de animales recuperados eran pájaros: araos, gaviotas, alcas, pardelas, alcatraces,...

Turrón El Almendro

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De niño me encantaba la Navidad, supongo que como a la inmensa mayoría de los niños. Era una época de alegría, de esperanza y sobre todo, de ilusión. Ilusión ante la espectativa de que a los pies del portal de Belén aparecieran los regalos que cuidadosamente había solicitado a los Magos de Oriente. También recuerdo que era miembro del coro del colegio y que siempre, algo que me ilusonaba mucho por estas fechas, era cantar villancicos en la iglesia del barrio delante de nuestros enorgullecidos padres. Con el paso del tiempo la Navidad fue poco a poco convirtiéndose en una época que me gustaba cada vez menos. Más bien pronto que tarde me dí cuenta de que la gente se transformaba durante estas fechas, y que la hipocresía reinaba, disfrazada de amabilidad, entre las luces y los regalos. Cada año era peor, porque cada año iba abriendo más mis ojos hacia la cruda realidad dejando la inocencia guardada en el baúl de los recuerdos, junto con el coro y los villancicos. La cosa no fue mejor con ...

Cartas al director

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Hay momentos en la vida en los que los problemas se desvanecen, en los que todas las preocupaciones que pueden golpear tu mente simplemente deciden largarse a tomar vientos y por un ratito rozas la felicidad, o al menos, algo que se le parece. Como os comenté en mi entrada anterior, el fin de semana pasado tuve unos cuantos de esos momentos en mi viaje a tierras sureñas. Y es que rodeado de amigos, disfrutando de los placeres culinarios mientras contemplábamos la belleza de Sevilla y de las mujeres andaluzas, mucho se tenía que torcer la cosa para que de aquel instante no surgiera algo magnífico. Pero no quedó ahí la cosa, a lo largo de esta semana he tenido otra oportunidad de disfrutar de la vida como alguien al que parece que se le va a terminar el tiempo al día siguiente. Como sabéis trabajo de profesor de secundaria y lo hago desde el puesto de sustituto. Lo bueno es que mis alumnos no saben de mi condición eventual puesto que comencé mi labor docente con el inicio del curso. Par...

Ying yang

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La semana pasada tuve un accidente con el coche, la nieve acumulada en la carretera y la meteorología invernal se aliaron en mi contra. Un puente, una curva y una placa de hielo fueron el cúmulo de desastrosas casualidades que sirvieron de detonante para que las ruedas de mi coche se deslizaran sin control. Traté como pude de contravolantear para enderezar el coche, pero parecía que el destino tenía la decisión tomada desde hacía tiempo y se había encabezonado con la idea de verme estrellado contra el quitamiedos. Durante esos segundos no ví pasar ante mis ojos mi vida, lo cual me tranquilizó en cierta medida. De alguna manera sabía que no me iba a pasar nada, al igual que supe cuando salí de Aranda que me iba a ocurrir algo malo durante el trayecto. Ya sabéis uno de esos presentimientos, una corazonada negativa que se vió corroborada por la presencia de pájaros de mal agüero como los buitres durante todo el camino. El caso es que al final el golpe fue considerable, aunque más anímico ...