Males Universitarios II
Cuando terminé la carrera y uno de los pocos profesores que me enseñaron de verdad a entender y amar la biología se acercó a mí para ofrecerme hacer una tesis doctoral con él. No sabía lo que se me iba a venir encima. Hubo gente, compañeros y compañeras de clase, que automáticamente me retiraron la palabra. Otros me daban palmaditas en la espalda al tener al alcance de la mano uno de los objetivos más cotizados dentro de la vida universitaria. Yo, dentro de mi inconsciencia habitual, simplemente no entendía nada, ni unas reacciones ni otras. Todo empezó muy bien. Solicité una beca al ministerio, otra a la Junta de Castilla y León y otra, creo recordar, a la Diputación de León. Con las expectativas muy altas, debido a que mi tesis se alojaría dentro de un macroproyecto de investigación concedido a la Universidad de León, comencé los muestreos de campo. Me estaba dedicando a lo que más me gustaba y, aunque tenía que estar en el los sembrados con el alba para censar aves y me pasaba ...