Invierno
Salgo del instituto, el día ha sido fructífero: una práctica casi improvisada que ha salido a la perfección y un par de clases en las que he sentido como mis alumnos se entereban de todo pese a la complejidad de la materia en 2º de bachillerato. Todavía es pronto, los viernes acabo antes con el fin de viajar a León, pero este fin de semana me quedo en San Leonardo, así que emprendo el paseo hasta mi casa con calma. Pese a que el sol brilla en lo alto, el frío golpea la cara y los músculos faciales se tensan. Bajo la cuesta y me recreo observando como del pinar que hay en la colina de enfrente sale un bando de rabilargos que cruza delante de mis congeladas narices. Trato de contarlos, pero me distraigo con sus destellos azules en vuelo. Al menos hay quince y todavía escucho a algún rezagado en los pinos. El rumor del arrolluelo crecido tras las últimas nevadas llega a mis oídos a la par que el canto de alarma de un carbonero común, que desde lo alto de los chopos me observa oculto a mis...