Goran
La ciudad se cuece bajo el sol dálmata que parece querer derretir los muros de los antiguos palacios señoriales. Los casi 40 grados que registran los termómetros unidos al enorme porcentaje de humedad ambiental hacen que, turistas y autóctonos, busquen la sombra como el mayor de los tesoros. Así recibe la perla del Adriático a Jaime que pese a todo se siente abrumado ante el espectáculo que le ofrece el museo hecho piedra que es Dubrovnik. Camina por sus principales calles tratando de localizar alguno de los escenarios en los que se rueda una de las series de moda. Se sorprende ante la frescura del agua de la fuente de San Onofrio y con la majestuosidad del palacio Sponza. Sin embargo, como siempre, se centra en observar a la gente y en este caso se entretiene en averiguar por sus atavíos y sus expresiones de que nacionalidad es cada cual. Un alemán con calcetines y sandalias, una rusa de excepcional belleza o un italiano que gestualiza de forma exagerada. Tratando de salir de...