Cuando ella toca el piano
Paseando por las intrincadas calles de Íos, buscando un lugar en el que cenar entre amigos, observa las casas encaladas y adornadas con ventanales azules como ese mar Egeo en el que se baña la pequeña isla. Laberíntica y coqueta, la villa principal supone un bálsamo al anochecer cuando la temperatura desciende levemente. Jaime cierra los ojos, aspira el ligero frescor de la brisa del mar y al abrirlos se topa con un restaurante que parece excavado en la propia roca de la colina. Es como si su terraza le llamase a gritos diciéndole que ese es el lugar indicado y tras varias deliberaciones consigue convencer a sus amigos para entrar. No hay sitio en el exterior pero la pequeña mujer negra que atiende la fonda les invita a sentarse en el interior del local. Allí se encuentran con un ambiente excepcional, luz tenue, música suave y adornos que mezclan lo tribal africano con la tradición griega sin recargamientos, con un toque femenino más que evidente. Piden varios platos a fin de compa...