Santiago y los osos
Cuando cuento la historia de mi primer día en Cabárceno tengo la impresión de que la gente no termina de creérselo del todo. Les digo que nada más llegar, a las 8 de la mañana, me dicen que tengo que subir al recinto de los osos porque están desbrozando el vallado electrificado para que funcione correctamente. A los operarios encargados de hacerlo les da miedo estar con los plantígrados rondándoles y hay que estar allí con ellos. Sin saber que pintaba yo allí ni como iba a defenderles pero con toda mi buena voluntad me dispuse a subir en el todoterreno hasta el lugar indicado. Allí me esperaba Santiago, el jefe de veterinarios y director del parque a efectos. Un hombre de aspecto recio con bigote ampliamente poblado y mirada franca. De esos que deduces que son buena gente sólo con verlos, aunque de primeras parezcan duros como un morrillo. Me echó un vistazo de abajo a arriba y, al verme, por su risilla socarrona, supongo que pensó "puede servir" Así, comenzó a explicarme mi...